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PIERO

INDIVIDUALIDADES PAREJAS

INDIVIDUALIDADES PAREJAS

 

 

 

  Juan López de Velasco, natural de Vinuesa, en el norte de la provincia de Soria. Mediados del XVI. En  1591 es designado secretario de SM Rey, Felipe II, cronista mayor y cosmógrafo. Hombre de talento y de mayor capacidad de trabajo. Cronista, geógrafo, cosmógrafo, codificador de leyes y lingüista.  Tuvo por misión lo que se salía del hábito. Retocar de manera eficaz, con las menores correcciones posibles. Deshacer las erratas propias de una impresión rápida. Censurar por gracia de la Inquisición el anónimo Lazarillo para que no perdiera personalidad.

 

  Había echado a andar sin elegir calzado, ni sendero, ni tiempo. Ni siquiera supo porqué le vino a la cabeza aquel castellano antiguo.  Recordó a Gracián : "No hay monstruosidad sin padrinos". Su caminar se hizo pendular, no dejó la senda pero serpenteaba inconscientemente, no miró alrededor, su mente empezó a buscar extremos disonantes, ripios perdidos en busca de algún fin. Las huellas que dejaba en la tierra tierna no marcaban ritmo, eran como el rastro de los acontecimientos grandes de la Historia que en realidad no pasaban a la memoria.

 

   Levantó la cabeza y no encontró ningún cartel informativo, ni flecha indicativa de sentido o dirección. Recordó sus clases en Santiago, sus paseos en la plaza del Obradoiro con compañeros como él, que creían en la posibilidad del que enésimo intento de regeneración calará en la sociedad. Y como el relámpago que antecede al trueno le llegó la excepción que certifica que el mal no tiene patrón, que su naturaleza desviada se guía por los caprichos de la bondad perdida. Recordó los cuatro centros de lectura existentes en el XVI en España. Alcalá, Salamanca, Granada y Valladolid. Sí, qué pena. Valladolid. Porqué diantre Valladolid. La única de las ciudades con vocales distintas. La única y puñetera que le hacía descuadrar el ripio incipiente. La retorcida capital del Reino. Al diablo con las excepciones. Le dio  una patada al único ser vivo que encontró en el camino. La cucaracha no rechistó, aunque no era consciente de que estaba viva de milagro.

 

   Siguió camino absorto, elucubró a que altura se encontraba, de qué tiempo estaba hecho su andar, dónde le llevaba la caminata. No se oía nada, ni nadie, él era el único que se movía. Así que se paró. Oteó el horizonte y nada pareció tener vida. Oyó su respiración, y pensó que aún vivía. Dio gracias de haber salido de la península antes de finales del treinta y seis, vivía ahora en aquella isla desde hacía casi nueve años. La historia diría que Nagasaki siempre iría ligada a Hiroshima. Hermanos hongos hermafroditas.

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ENCIERRO DE PELÍCULA

ENCIERRO DE PELÍCULA

Pamplona. Antigua estación de autobuses. 1934. Catorce años después de la fundación del CA Osasuna, un miércoles, también de noviembre.

ZARAGOZA, 0-OSASUNA, 1

 

La Romareda, Zaragoza.

 

 

 

  Hace un par de días, en pleno noviembre, se rodó en Cádiz un encierro. Para añadirle irrealidad, Tom Cruise llevaba de paquete en una moto a  Cameron Díaz, y a su rebufo, a una manada de toros. Semejante inverosimilitud sólo cabe en las mentes cinematográficas de Hollywood. Algo así pasó en La Romareda. Osasuna hizo corrillo, como los verdaderos corredores de encierros, antes de empezar el envite, y se entregó a la confabulación. Le funcionó. Sobre todo en la primera parte. El toque de Nekouman y el tono de Masoud, le dieron aplomo, y el gol que a la postre le daría las orejas.

 

  El iraní Masoud es natural de Shiraz, una población que fue capital de Persia a finales del XVIII, y que hoy, con un millón largo de habitantes, descansa a casi mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Esa pareció la altura que tenía el medio centro osasunista. Desde ahí con soberano aplomo persa llevó al esférico, a su equipo y por encantamiento árabe a los de Marcelino, a su cueva. Cuando el hechizo no le bastaba, recurría a Camuñas, que con su bota demostraba que a veces los guantes también están en las extremidades inferiores. Así se fueron al descanso. Relajados en busca de la ducha con sales.

 

   Salió tras la pausa el Zaragoza con brío. Entró la flecha Ewerthon, y el orden y concierto se fueron por peteneras. Empezó el ataque alocado, la falta de pases intermedios, y al final desparecieron también las medias. Fue como en esas películas en las que se van añadiendo espejos hasta que desaparece el único cuerpo que había, y sólo quedan las imágenes proyectadas. Así fue la segunda parte, un encuentro de espectros. Los blanquillos se lanzaron en busca del segundo gol, sin caer en la cuenta de que necesitaban un primero. Osasuna pastó por el campo en espera de coger el autobús de vuelta, mientras el Zaragoza se liaba a pelotazos consigo mismo, como el perfecto fantasma que aspiraba a ser. Sin siquiera agotar los cambios, sin ventanas nuevas por ver si entraba aire fresco, sin fe en las variantes. Acabó sin media, descabezado, como un cabestro.

 

  Vamos, lo ideal para los pamplonicas, encontrarse con cabestros por rivales, espectros por contrarios, blancos inmaculados sin intención por contrincantes. Al acabar el encuentro, los osasunistas se abrazaban incrédulos de cómo con tan poco se habían llevado los tres puntos, o las dos orejas y el rabo. Corrieron menos que Cruise y Díaz por Cádiz. Ni siquiera necesitaron de la moto, les bastó con el patinete, ese que el Zaragoza les cedió porque ya sabía como patinar.

 

   El único zaragocista que no esbarró fue López Vallejo, porque sus dos paradas, llenas de reflejos, demostraron que podría correr los encierros. Por algo jugó en Osasuna, por algo es pamplonés.

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LLAMA ACUÁTICA

LLAMA ACUÁTICA

La foto es de Javier Vallhornat. Imagen del primer Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid.

 

 

Boca de fuego aguada,

barlovento que anticipa

las pestañas quemadas.

 

El anochecer viene

sin estar exhumada,

la casa que flotando

creyó sobrevivir.

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CAFÉ

CAFÉ

   

     El péndulo dorado encuadrado en la madera crujiente veía al asa del cajón del limpiabotas ciático como se retorcía. Las patillas deshilachadas bajo la gorra trasnochada se acercaban al platillo oxidado del cliente rácano.

 

  Un caniche errático huyendo de su dueña, porque habían partido peras, buscaba compasión en el señor de gabán que ha perdido jugando al mus los cuatro duros que le quedaban para su funeral. La papelera metálica recubierta de plástico negro se colma de las servilletas que caen sobre ella impúdicas. La pajarita sutil sobre cuello rígido danza entre las mesas al compás de un Rachmaninoff instruido. Las teclas del piano se alejan con su cadencia del cenicero escaqueado harto de los malos humos. Mientras el azucarillo incontinente sobre el mármol caduco se pierde ante la ensaladilla enyesada en espera de sus exequias.

 

  La cafetera se va durmiendo con la niebla que da el tabaco picado de extraperlo, que llega tras la trifulca en el puerto entre maleantes y traficantes. En la reyerta poco quedó de bueno pero al final del pulso incierto y esquivo de la contienda saltó un rumor que se extendió por el café con más eco que fundamento.

 

   ¡Viva Rachmaninoff!, que nos espere muchos años en su caja de madera que aquí nos conservamos con alcohol al margen de las guerras. La proclama lanzó las miradas al bies en todas direcciones, se salvaron los melancólicos de una muerte segura porque los triunfadores fueron benévolos como el padre el día de la primera comunión del niño que nunca se portó como debiera. La sonrisa del infante quedó acentuada con el chocolate a la taza que en la barra del café, el camarero caduco había recalentado.

 

   Un San Bernardo traicionado y traicionero cruzó la acera en busca de cobijo y ante el espanto causado en el local, rehuyó de su intención inicial y se fue cumpliendo una vez más la voluntad humana.

 

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A MENOS DE UN MILLÓN DE MILLARDOS/15

A MENOS DE UN MILLÓN DE MILLARDOS/15

Tormenta. Anglada-Camarasa.

 

   Si alguien se encuentra a menos de un millón de millardos de segundos luz de Zaragoza, puede acercarse a la Plaza San Felipe. El ampliado y remozado Palacio de los Argillo está de estreno. Su Museo Pablo Gargallo, inaugura nueva ala que se suma a la más completa colección reunida del de Maella. En las salas para exposiciones temporales, la obra de Anglada-Camarasa. El barcelonés que viviera a principios del XX en París y acabara su vida en la balsa tranquila de Puerto de Pollensa, muestra en su obra la variedad de tonos que su contraste agua-tierra puede alcanzar. Dos cuadros de amplio formato coronan una visita agradable en contenido y agradecida por el espacio. Reluciente y fardón, el nuevo Gargallo.

http://www.redaragon.com/expo2008/fichaEvento.asp?id=45993

 

 

CUCHILLO

CUCHILLO

 Bolonia. Un día cualquiera.

 

 

  Busca un cuchillo que se ajuste a tu palma. En el cajón tienes varios. El de mango transparente mejor déjalo para el queso fresco. El de mango nacarado, ése que la abuela siempre usaba para untarnos la mantequilla, te servirá para extender el paté. Pero igual el de filo, el alargado, te cansará menos para cortar el salchichón. Pero en rodajas alargadas, y quítale la piel, y lo pones en platos pequeños, así parece que haya más. Bueno, ¿sabes qué? Que mejor lo decides tú.

 

   Como tu carrera. No me digas que le tienes miedo al plan Bolonia. Seguro que es mejor para tí, seguro que hará que no te encuentres con la grieta que se me presento a mí hace casi veinte años cuando dejé de ir a clase y me obligué a pensar que ya era mayor y sabía latín. Además Bolonia es una ciudad preciosa, llena de calles porticadas, y curiosamente la más larga se llama Zaragoza. Te sentirías bien allí. Hay un café cada cinco arcadas, una tienda de comestibles cada siete, y una sonrisa cada dos, así que enseguida te harás a sus columnas. Y llena de bicis, te cansarás de esquivarlas, o te comprarás una. Y verás lo que es pedalear sobre adoquines, tus muñecas se enrojecerán y fortalecerán. La llaman Bolonia la roja, la cuna del comunismo, de las ciencias humanísticas, la primera universidad europea. Y está de un subido, acaba de celebrar su primer milenio.

 

   Ya sé, ya sé. No hago más que venderte Italia. No es que quiera que vayas, es sólo que lo que vas a vivir a partir de ahora con tus dieciocho años no volverá. No te vayas si no lo ves, pero siempre es una oportunidad poder aprender. A lo mejor muchos días el viento te seca los labios yendo a la facultad, pero si persistes, igual otro día no te tienes que oír una tesis sobre virtudes y defectos de los cuchillos españoles que viven en cajones de cocina. Entonces me regalas un juego de cuchillos de esos con los que te engañan los bancos y a lo peor me dejas sentado y de piedra. Nos reiremos y entenderé por dónde andas aunque ya no te vea, sabré que cuando camine por un porche de Zaragoza, tú lo estás haciendo por uno del mismo nombre pero en Bolonia, o en Helsinki, o en Hannover. Sonreiré y veré a mi sobrina cogiendo la mesura que su tío loco siempre extiende pero nunca absorbe. Como el pan tostado. El que tienes junto al paté. Vamos a ponernos las pilas que en diez minutos llegará el resto. Esto queda entre nosotros. Y de lo dicho, ya no me acuerdo. Mándame una postal de dónde estés, un día tonto, de esos de lluvia, y así recordaré a Georges Perec cuando vea que tu caligrafía no consigue romper tu palma, como el cuchillo que has elegido. No me lo digas, lo leeré en tu postal.

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LETRALIA

LETRALIA

 

 

  Letralia es la tierra de letras que se formó en Venezuela hace trece años. En cualquiera de sus ramas, con cualquiera de sus frutos. Su fondo de página marrón confirma que de la tierra salen frutos inesperados. Como los poemas "Viaje", "Lucidez" y "Martes", que ha tenido a bien acoger en su terreno, en la parcela número 221. En el siguiente enlace su tierra fértil.

www.letralia.com

http://www.letralia.com/221/letras04.htm

 

EQUINOCCIO DE CONTRASTES

EQUINOCCIO DE CONTRASTES

 La foto viene de http://dejamequetecuente68.blogspot.com

 

 

Estaba anocheciendo, cuando amaneció.

Turbante blanco, mirada negra.

Hombros excluyentes, faz acogedora.

Surgió del cauce, generando la ola.

Desde entonces, acuática es la luna.

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PULIDO COMBATE

PULIDO COMBATE

La foto corresponde al Embarcadero de Mineral de Almería. Algo antes de la fundación, hace veinte años, de la UD Almería.

ZARAGOZA,  2-ALMERÍA, 1.

 

 

La Romareda, Zaragoza.

 

 

   Dicen que en los combates de boxeo lo más importante es mantener el juego de piernas, mantener una cadencia que haga que tu cintura esté siempre más fresca que la del contrincante. De eso iba la velada a media tarde. De mantener el tono. Lo curioso del caso es que quién más lo consiguió, fue un lateral derecho. Pulido confirmó con su gol una actuación optimista, de esas en las que se ve a un jugador crecerse, anticiparse al corte, de esperar al momento en que el balón comprende que se tiene que acercar a tus pies. Todo fácil, como los boxeadores experimentados. A lo mejor porque jugaba contra su último equipo, a lo mejor porque al no celebrar su gol, creía que todavía le quedaba mucho por hacer.

 

  Cuando el sol todavía enfocaba en el césped, los de Hugo Sánchez tocaban la bola con cariño y tacto. Se sentían cómodos en los primeros compases, cuando hay más movimientos que pegada. Pero a la media hora, el Zaragoza se desperezó, y su jugador más clarividente, Lafita, enseñó su diestra para batir a Diego Alves. Debió golpear afinado porque cinco minutos después, volvió a noquear. Esta vez, tenía aviso. El juego a balón parado le está dando golpes en forma de goles a mansalva a los zaragocistas. En otro saque de esquina medido, la cabeza de Ayala prolongó para que el atinado Pulido pusiera el dos a cero.

 

  Se las veía ya felices Marcelino, cuando en el contraataque posterior, Crusat, cogió a contrapié a un timorato Ander. No le hizo falta por miedo a la tarjeta, y en el límite del fuera de juego, entregó a Juanma Ortiz para que batiera sin problemas al nuevo portero titular, López Vallejo. Pero un combate tiene muchos asaltos, y la ducha en el descanso vendría bien a más de uno. De la intensidad del encuentro da buena cuenta que a la hora de juego, tres jugadores blanquillos habían tenido que solicitar el cambio por problemas físicos. Quedaba media hora de ida y vuelta, de nadie manejando ni la cintura del partido, ni las extremidades. Con las marcas flojas y las ideas ligeras, cualquiera pudo hacer el roto.

 

  Los locales optaron por la paciencia y los andaluces por esperar a que el revoltoso Crusat la liara. Pero a veces, el dinámico se pierde en levantar airadamente los brazos. Y  eso en boxeo nunca da puntos, y menos noquea. El Almería no acabó de creer en sus posibilidades, y si falta la fe, dicen que es mejor bajarse del ring. Lo contrario de lo que promulga el mexicano. Para Hugo Sánchez el fútbol era un combate, algo entre machos. El problema es que tiene en la defensa a un Chico, en la media a un tapón exquisito, Crusat, pero delante tiene una delantera de plexiglás. Con un guante así, es difícil tener pegada. A su rival le bastó acompasar al cuero, con los guantes del mismo material pero aflojados, se llevó un partido en el que el que más combatió fue Pulido. Y esa no es una palabra que maneje con agrado Hugo Sánchez. Con su estructura de plexiglás, lo único que se llevó fue un sarpullido.

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LA BOLSA DE PIPAS

LA BOLSA DE PIPAS

 

 

 Se cuece en Mallorca una revista trimestral que no tiene patrones. Su formato es el de una bolsa de pipas. Su contenido, nunca mira atrás. Letras envasadas al vacío, y sin vacío, como las pipas, para que no pierdan el frescor. Como ellos mismos dicen: "Es un vivo y fresco escaparate, donde autores aficionados y profesionales pueden anticipar fragmentos de su obra en marcha". Su número 75, octubre-diciembre, es tan adaptable que hasta ha recogido "Diálogo unitario".

http://piero.blogia.com/2009/081401-dialogo-unitario.php

El enlace a la revista a continuación.

http://www.labolsadepipas.com/

 

A MENOS DE UN MILLÓN DE MILLARDOS/14

A MENOS DE UN MILLÓN DE MILLARDOS/14

Teatro Olimpico. Vicenza. Otra visión de la ciudad en http://piero.blogia.com/2009/031001-la-piel-de-vicenza.php

 

   Si alguien se encuentra a menos de un millón de millardos de segundos luz de Madrid, puede acercarse a donde se ubicaba la antigua gasolinera del Paseo del Prado. La muestra que Vicenza preparó con tanto ahínco para celebrar el quinto centenario del nacimiento de Andrea Palladio en 2008; tras pasar por Londres, y su sede de Barcelona, llega al Caixafórum madrileño. Allí se narra el proceso evolutivo del arquitecto de Padua, sus estructuras espaciales, sus I Quattro Libri dell’Archittetura y una curiosa tesis doctoral en la que mediante una simulación digital se aprecia el efecto que hubiera tenido sobre Venecia la construcción del Puente de Rialto si el modelo hubiera sido el Palladiano. Todo bien lubricado, quizá filtraciones de la gasolinera desaparecida.

http://obrasocial.lacaixa.es/apl/actividades/actividad_es.html?idActividad=33401

 

 

PARQUE DE LOS PRÍNCIPES

PARQUE DE LOS PRÍNCIPES

 

 

 

 

   Aquel taponcillo blanco vestido de blanco tiró un disparo y recibió un milagro. Y doy fe de que lo fue, porque todos lo vieron. Las cuarenta mil personas que aquella noche copaban el Parque de los Príncipes, lo siento, no puedo dejar de repetirlo, qué nombre tan bonito, levantaron su coxis al unísono. Bueno, no. Miento. Hubo un coxis perdido. Uno que aun mirando no lo vio. Lo secuestró su asiento y se perdió. No veía ninguna cara, sólo coxis espitosos. Tres microsegundos como milenios después pudo oír:

                

-No te alegras.

-No lo sé, no sé que ha pasado.

-Mira el marcador, ese no engaña.

 

Ese día el coxis perdido encontró su fe en el luminoso.

 

ALMIAR

ALMIAR

 

La revista digital literaria Almiar, ha tenido a bien incluir en su número 13, octubre-diciembre 2009, el poema "Flecha Circular". En el siguiente enlace, uno de los socios fundadores de la A.R.D.E. (Asociación de Revistas Digitales de España).

 

http://www.margencero.com/poesia/num13/poesia_index13.htm

 

DESVÍO DE HORARIO

DESVÍO DE HORARIO

 

 

 

  Cabina de mando vacía. Noche cerrada. De repente entra uno de chaleco amarillo fluorescente que ilumina la cola del ave. Detrás otro de chaqueta azul, guardaespaldas involuntario. Se encierran en la cabina, mejor no pensar mal. Pues sí, mejor sí. Va a ser media hora de dilación hasta que otro del mismo cole del que parecía guardaespaldas llega con su maletín y toma mando del susodicho. Media hora de incertidumbre y se baja la pareja sonriente. El tren arranca y parece que recuperará tiempo, pierde la noche pero decide no correr más, para qué si tenemos todo el día por delante.

 

 

  Eso mismo debieron pensar la pareja de vagabundos que al raso me volvían a esperar en la estación de llegada. Se desperezaban puntuales, la misma media hora después. Será cuestión de parejas. Cada uno tiene su hora, o su cuarto, o su cuarto de hora.

ESPITA RIMA CON LAFITA

ESPITA RIMA CON LAFITA

Tranvía urbano de Santander tirado por mulas en 1883. Treinta años antes del nacimiento del Rácing. La foto es de http://santander-antiguo.blogspot.com

ZARAGOZA,  2-RÁCING, 2

La Romareda, Zaragoza.

 

   Ninguna Liga comienza a mediados de octubre. Para estas fechas todos los futbolistas han jugado en casa. Bueno no, todos, no. Ángel Lafita es un caso aparte. Tan alejado, que a principios de septiembre, correteaba por un parque de Zaragoza para no perder la forma. Tan extraño como que Ronaldo se despertase un lunes a las seis de la mañana por exceso de profesionalidad. Eso es lo que el zaragocista ha demostrado. Al margen de un contencioso entre el Deportivo y el Zaragoza en el que el que más ha perdido ha sido él. El aragonés, en su regreso a casa, demostró que tiene mucho fútbol para mostrar.

 

    Y lo dio a espuertas. Con capacidad de desborde, con regates de cintura sencillos y de esférico endiablado, con una asistencia de gol ilustrada, para acabar demostrando que si se quiere, hasta el correr es un arte.

 

   La primera media hora del partido, con una autopista por la banda izquierda, los blanquillos pusieron en jaque sin despeinarse a un Rácing blando como el sol de otoño. Jorge López y Lafita disfrutaron de la tarde sin presión que ofrecieron los cántabros. Se plantaron con un dos a cero sin explicación posible y miraron al marcador en busca del descanso sin sudar.

 

    No se sabe si les leyó la cartilla Mandiá, pero los visitantes volvieron al terreno de juego con la misma cara de cordero degollado con la que se fueron a la ducha. La misma lana, el mismo tonelaje, el mismo control de balón, el mismo poder de pegada. Y si los corderos no destacan por su pegada, los blanquillos cogieron la lana que les ofrecían y se dieron, salvo Lafita, curiosamente, una siesta de campeonato.

 

   De esas de pretemporada. Tan largas, que al entrar el relámpago Ewerthon y Abel Aguilar, cogieron la frecuencia de ronquidos con gran prontitud. Así pasaron la hora de la merienda, hasta que a Tchité, en Burundi debía merendar antes, le dio por chutar a puerta a ver que pasaba. Y pasó, vaya si pasó. Tanto la vio pasar Carrizo, que al disparo de Óscar Serrano cinco minutos después, también le encontró acomodo el cancerbero argentino. Con las pulsaciones bajo tierra, al Zaragoza le despertó de la siesta la luz del luminoso, cuando el dos se había duplicado, cuando nadie imaginaba que el Rácing pudiera golpear.

 

   ¿Y el menos somnoliento de la tarde dónde estaba? Golpeado por un problema muscular se tuvo que ir media hora antes. Creyó que con el partido resuelto, pero una apnea de cinco minutos basta para asustar a cualquiera. Sobresaltos de pretemporada podría pensar Lafita. Mediocridades de otoño en una tarde de sol raso, como el nivel de juego.

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PASILLO

PASILLO

 

 

Perfecto aroma

recorre el pasillo

de suelas adormiladas

en espera de remozado.

 

Las legañas viven

tapando los ojos

que ayer recibieron

tantas miradas.

 

No hay rastro de lo retenido

pero el poso invisible

de la felicidad

recorre desde el codo

la dermis viajera

que no sabe por dónde

le llegará la caricia.

 

No desespere tu paso

en el adoquín de la noche.

La humedad del charco

te recordará

que lo más fresco vendrá

cuando estés en el baño

despidiéndote de tus legañas.

 

 

Está llegando tu novedad.

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ME ACUERDO

ME ACUERDO

 

Me acuerdo de un me acuerdo. Luego si me acuerdo os lo digo.

 

Me acuerdo de la tarde en que hice este ejercicio.

 

Me acuerdo del frío que pasé leyendo los correos de mis compañeros con sus me acuerdo.

 

Me acuerdo de que la memoria no tiene sentido.

 

Me acuerdo de la mano que nunca he visto.

 

Me acuerdo de lo que no oí en el velatorio de mi abuelo.

 

Me acuerdo de lo que siempre verá mi memoria si vuelvo a París.

 

Me acuerdo de que el terciopelo tiene algo que ver con cierto pelo.

 

Me acuerdo de que el olor de quien me abrazó nunca se ha ido.

 

Me acuerdo de cuando me he olvidado de llorar.

 

Ya me acuerdo de aquel me acuerdo.

 

Me acuerdo de cuando el mar me dejó seco.

 

A MENOS DE UN MILLÓN DE MILLARDOS/13

A MENOS DE UN MILLÓN DE MILLARDOS/13

"Italia, por así decirlo, forma parte de nosotros mismos". Hans von Marées, 1872.

  Si alguien se encuentra a menos de un millón de millardos de segundos luz de Madrid, puede acercarse a Recoletos, 23. En el chalé de la Fundación Mapfre, una visión escondida de un país que se mostró a tantos visitantes. Los daguerrotipos de mediados del XIX muestran la Italia que iba a nacer. Un alumbramiento que han titulado "Ver Italia y morir".

http://www.exposicionesmapfrearte.com/veritalia/

CAPAZO CON BARICCO

CAPAZO CON BARICCO

Scuola Holden. Turín. www.scuolaholden.it

 

 

 

 

 

   "Lee los libros y sabe como leerlos". Dijo de Jorge Herralde en la fiesta de los 40 años de vida de la editorial Anagrama en un hotel del ensanche barcelonés. Al día siguiente, Alessandro Baricco apadrinó la primera edición del Máster de Narrativa, el primero de esta índole, que ha creado la Escuela de Escritores, en otro ensanche, el de Madrid.

 

   Hermanada, a través de la de la Red europea de escuelas de escritura creativas, con la Scuola Holden de Turín, por lo que la presencia de Baricco en la lección inaugural tuvo mucho de lógica. El escritor piamontés tiene en pleno centro de Turín, Corso Dante, el inmueble más representativo en Europa de lo que puede ser la enseñanza en la composición de textos.  De cualquier naturaleza, para cualquier persona. En definitiva, la voluntad de la Holden, en honor al personaje de J.D. Salinger,  es que no caiga en saco roto su experiencia como narrador, cuentista, ensayista, dramaturgo, escenógrafo.

 

   En su nueva y más amplia sede en el centro de Madrid, de techos tan antiguos como espaciosos, el escritor italiano tras escuchar como le leían un fragmento de "Seda" y le interpretaban de viva voz otro no pudo más que agradecer regalo tan inesperado. No en vano es su obra más referenciada. Trece años después de su publicación ha sido traducida a diecisiete lenguas y en España ya ha sobrepasado el listón de las cuarenta ediciones. Recordó adaptaciones cinematográficas de sus obras. "Océano Mare", o la de su monólogo teatral "Novecento", que Giusseppe Tornatore llevara al cine con el título "La leyenda del pianista en el océano". Su mezcla del mundo real con el onírico siempre ha seducido al mundo cinematográfico, aunque acaba recalcando que lo único que siempre ha hecho desde pequeño es contar historias en múltiples cuadernos en espera de ser leídos.

 

    Luego llegó la clase magistral. Por más de dos horas el turinés ejemplificó con el capítulo primero de "El ángel sellado" de Léskov lo que considera la compilación del conocimiento que debe tener un narrador. Y allí con tono calmo y gesticulación precisa aclaró lo que un escritor debe conseguir. Una macedonia de humildad y presunción. El escritor es aquel que ve en la cara que tiene delante aquello que uno mismo no se ha visto nunca. Alguien que guarda la distancia con el lector, que se acerca a él pero del que se retraerá para obligar a quien le lee a acudir a su territorio. Una figura de autoridad, que no autoritaria. Como un camarero que sirve con palabras tan sencillas como "si queréis". Es ahí dónde el lector podrá decidir. Si permanece, el narrador habrá creado el mundo que toda narración precisa. Y los oyentes de la lección magistral de Baricco lo pudieron corroborar, hasta el extremo de asetearle a preguntas. Cansado pero atento a la gente que le interpelaba, demostró que la timidez no está reñida con la atención.

 

   De manos largas y gestos naturales, Baricco también lo fue en la conversación posterior. Ya a quattròcchi, como dicen los italianos, explicó con agrado que no es fácil que un editor te lea, te haga sugerencias válidas y te haga recapacitar sobre lo que escribes. Porque el deber fundamental de escribir un libro es lograr un tiempo para la narración, distinto del que emplea realmente el lector. Si el autor no consigue su tiempo, no se le leerá. En cambio sabe que si un editor le lee, tendrá que seguir poniéndose su chaquetilla blanca y su bandeja de plata para repetir: "si queréis".

 

   Al ver al Baricco camarero, no quedan dudas de que lee los libros, sabe cómo leerlos, cómo escribirlos, y lo menos obligado, cómo explicarlos.

 

 

Este texto fue acogido en la balconada de las páginas centrales del suplemento cultural "Artes&Letras" que publicó Heraldo de Aragón en su edición del jueves 8 de octubre de 2009.

TABACO

TABACO

 

  

 

   Bendita lluvia. De nuevo nos trae aire fresco. Húmedo, sí; pero con un tono más...es igual, a quién le importa cómo sea, si cambia, hay algo de inesperado. Como la muerte de Lucrecia, no es una buena nueva. No me explico bien. Si no que el hecho de haber ocurrido conllevará cambios. Debería pensar que una muerte nunca justifica un cambio. Pero la muerte es parte sustancial de la vida. No la quiero, pero no la negaré, no seré un puritano simple. La simpleza, para el ignorante. El hecho de que las cosas cambien, siempre trae mejoras. No, no he dicho que quiera una guerra, ni un atentado, ni un simple asesinato. ¿Verdad que da asco decir un simple asesinato?

                   

También es simple el encendedor que tengo entre manos. Tanto, que seguro que más de cien personas en este momento tienen otro igual entre manos. Eso no quiere decir que no seamos únicos, que todos estemos deseando que muera la gente. Pero a parte de las cien personas que ahora tienen un encendedor en la mano, hay más de cien personas que han dejado de fumar.

 

    El día en que conocí a Lucrecia, descubrí lo que era un falda plisada.

 

Algo tan ligero me hizo comprender que lo de llevar los pantalones era otro de esos dichos nefastos y cobardes que gastan los hombres que fuman porque no pueden echar otro aire sin sentirse culpables. Hombres sin valor para exhalar, que con la excusa de la dependencia por el cigarrillo van aniquilando su capacidad de decisión.

 

   Y enseguida me pregunté si las mujeres con falda plisada están queriendo decir que ellas sí que tienen capacidad de decisión. Que son ellas las que eligen, que ningún collar o maravedí las va a convencer. Las plisadas convencen a las mentes planas, esas que tienen los que compraron una televisión último modelo, sí, de esas de pantalla plana. Prefieren a mujeres con falda tubo que a las que la llevan plisada. No, no es verdad. La falda plisada requiere más cuidados, y una mujer que cuida tanto su vestimenta no ve tan fácil el horizonte. En cambio una falda tubo. ¿Hace falta decir más?, una falda tubo dice tanto de las piernas que cobija. Ese tubo es el único que manda en aquellas piernas, porque la cabeza que rige a esas piernas no acepta más ordenes que las que dicta la tela. No hay plexiglás que les valga.

 

     El día en que conocí a Lucrecia supe que no llevaría una falda plisada cuando muriera.

 

   Y lo peor de nosotros, los hombres modernos, es que ya no valemos para casi nada. Ni sabemos apurar una colilla, ni ponernos un pañuelo para arreglar un grifo, ni mirar un triste conmutador. Nos quedamos en el todo terreno, hipotecados a plazos por una carrocería negra que no nos lleva a ningún lado, por eso se llena de pantallas para hipnotizar a los menores. Y un menor hipnotizado no ve más que tonterías, ni se le ocurre ver una de esas películas en blanco y negro de los años 50. De esas en las que las mujeres llevaban faldas tubo.

 

    El día en que conocí a Lucrecia, las gorras de taxista se vendían en el rastro a veinte euros.

 

   Cuando las películas eran en blanco y negro, los galanes llevaban camisa blanca. Ahora también, de acuerdo. Pero entonces por dentro del pantalón. Marcando cintura. Sí, los hombres entonces marcaban figura. No les bastaba con una mirada huidiza, o una ceja descarriada, tenían que entrar en plano largo y que su silueta los presentara, que su cadera hablara y que cuando encendieran su cigarrillo ya quedara claro que no era una secuencia para menores. Si entonces el susodicho abría la boca, la melena negra de la actriz no se canteaba un pelo.

 

  El día en que conocí a Lucrecia, sabía que llevaría el pelo arreglado hasta sus últimos días.

 

   La humedad de la tarde me reconcome el codo. Mi pelo hace tiempo que no habla, se fue en busca de descanso y mi codo se frustra cuando intenta pasar por mi cabeza. El brazo por encima de mi cabeza. Qué postura más cómoda. Cuando compraba los cigarrillos por cartones lo podía hacer. Ahora miro mi codo, miro en el espejo mi cabeza y pienso, en dónde habrán acabado tal cantidad de cartones de tabaco fumados. La colección de ceniceros recibidos, la cantidad de mecheros guardados. Todos sabían de mi afición, y de mi costumbre de no cobrar, y de la más firme todavía. La de no decir que no, por miedo a ofender al que agasaja. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que después de tantos años de conferencias, colaboraciones, apoyos, cenas benéficas todavía me haría ilusión otro cenicero? ¡Tanto iluso hay por la vida, que pensaba que fumando no me estaba matando!

 

   El día en que conocí a Lucrecia, supe que vería muchas colillas en los ceniceros regalados.

 

   Autoasesinato, diría cualquier meapilas que me viera fumar después de tantos años. Son geniales los meapilas, te impiden olvidar que la estupidez es tan inherente al humano, como el decir no tengo tiempo en vez de mandarte a freír espárragos. Cuántos espárragos fritos podrían fumarse los que han dejado el tabaco. Da igual rubio o negro, los espárragos verdes hacen sentirse ecológico a todos los comensales.

 

  El día en que conocí a Lucrecia, supe que no me arruinaría por comer en restaurantes rimbombantes.

 

    La comida es un combustible. Y como tal, como dijera Einstein, y si no lo dijo es igual, como era un genio, lo podía haber dicho. Decía que como combustible que era, no había que prestarle mayor atención. Estaba al servicio del cuerpo humano, verdadero prodigio en la tierra. No, ahora que lo pienso, no imagino a Einstein diciendo que el ser humano es un prodigio en la tierra.

 

 

  El día en que conocí a Lucrecia, imaginé a la tierra abriéndose a su paso.

 

 

   La tierra olía ahora a nuevo. El olor de la hierba mojada es embriagador, como el de la gasolina. Otro combustible sobre valorado. En cambio, el olor a hierba mojada no debería ser infravalorado. Ese olor significa que los seres más simples de la tierra se están reproduciendo. Son hermafroditas, pero al filamentarse, se reproducen, y en el proceso imprimen ese aroma a la tierra húmeda. Qué maravilla, al engendrar un nuevo ser, dejar semejante perfume embriagador.

 

 

  El día en que conocí a Lucrecia, comprendí lo que significaba embriagador.

 

   Hubiera sido otra cosa si hubiéramos engendrado. Las risas se habrían multiplicado, los lloros habrían sido más infantiles, las sonrisas más frecuentes. Es tan difícil dar un motivo exacto de porqué no se ha tenido un hijo. Es como la lluvia de esta tarde, algo que está, se ve, se valora, pero no se coge. No se puede almacenar la lluvia, no se puede almacenar la energía de tener un hijo. Deriva en impotencia. Y la impotencia no se cura con combustibles. Si la energía no alcanza, no queda más que ponerse chubasqueros, convivir con el chaparrón y mirar con esa macedonia de odio y envidia a los padres que ríen la última tontería del último de sus niños.

 

  El día que conocí a Lucrecia, supe que nunca pediría al camarero una macedonia.

 

 

    En la chimenea no falta el combustible, la leña crepita con gusto. Parezco un tonto al quedarme embobado mirando las llamas. Pero poca cosa más cuerda me queda. Mi jersey clarea en los codos, ya no lo puedo pasar por encima de mi cabeza, ya mi cabeza no supera nada. Ni siquiera tiene el valor de tirar los ceniceros regalados.

 

 

El día que conocí a Lucrecia, no podía imaginar que mis hijastros se llevarían sus cenizas y no recogerían los ceniceros. El tabaco tiene estas humedades.

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