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PIERO

CAPAZO CON BARICCO

CAPAZO CON BARICCO

Scuola Holden. Turín. www.scuolaholden.it

 

 

 

 

 

   "Lee los libros y sabe como leerlos". Dijo de Jorge Herralde en la fiesta de los 40 años de vida de la editorial Anagrama en un hotel del ensanche barcelonés. Al día siguiente, Alessandro Baricco apadrinó la primera edición del Máster de Narrativa, el primero de esta índole, que ha creado la Escuela de Escritores, en otro ensanche, el de Madrid.

 

   Hermanada, a través de la de la Red europea de escuelas de escritura creativas, con la Scuola Holden de Turín, por lo que la presencia de Baricco en la lección inaugural tuvo mucho de lógica. El escritor piamontés tiene en pleno centro de Turín, Corso Dante, el inmueble más representativo en Europa de lo que puede ser la enseñanza en la composición de textos.  De cualquier naturaleza, para cualquier persona. En definitiva, la voluntad de la Holden, en honor al personaje de J.D. Salinger,  es que no caiga en saco roto su experiencia como narrador, cuentista, ensayista, dramaturgo, escenógrafo.

 

   En su nueva y más amplia sede en el centro de Madrid, de techos tan antiguos como espaciosos, el escritor italiano tras escuchar como le leían un fragmento de "Seda" y le interpretaban de viva voz otro no pudo más que agradecer regalo tan inesperado. No en vano es su obra más referenciada. Trece años después de su publicación ha sido traducida a diecisiete lenguas y en España ya ha sobrepasado el listón de las cuarenta ediciones. Recordó adaptaciones cinematográficas de sus obras. "Océano Mare", o la de su monólogo teatral "Novecento", que Giusseppe Tornatore llevara al cine con el título "La leyenda del pianista en el océano". Su mezcla del mundo real con el onírico siempre ha seducido al mundo cinematográfico, aunque acaba recalcando que lo único que siempre ha hecho desde pequeño es contar historias en múltiples cuadernos en espera de ser leídos.

 

    Luego llegó la clase magistral. Por más de dos horas el turinés ejemplificó con el capítulo primero de "El ángel sellado" de Léskov lo que considera la compilación del conocimiento que debe tener un narrador. Y allí con tono calmo y gesticulación precisa aclaró lo que un escritor debe conseguir. Una macedonia de humildad y presunción. El escritor es aquel que ve en la cara que tiene delante aquello que uno mismo no se ha visto nunca. Alguien que guarda la distancia con el lector, que se acerca a él pero del que se retraerá para obligar a quien le lee a acudir a su territorio. Una figura de autoridad, que no autoritaria. Como un camarero que sirve con palabras tan sencillas como "si queréis". Es ahí dónde el lector podrá decidir. Si permanece, el narrador habrá creado el mundo que toda narración precisa. Y los oyentes de la lección magistral de Baricco lo pudieron corroborar, hasta el extremo de asetearle a preguntas. Cansado pero atento a la gente que le interpelaba, demostró que la timidez no está reñida con la atención.

 

   De manos largas y gestos naturales, Baricco también lo fue en la conversación posterior. Ya a quattròcchi, como dicen los italianos, explicó con agrado que no es fácil que un editor te lea, te haga sugerencias válidas y te haga recapacitar sobre lo que escribes. Porque el deber fundamental de escribir un libro es lograr un tiempo para la narración, distinto del que emplea realmente el lector. Si el autor no consigue su tiempo, no se le leerá. En cambio sabe que si un editor le lee, tendrá que seguir poniéndose su chaquetilla blanca y su bandeja de plata para repetir: "si queréis".

 

   Al ver al Baricco camarero, no quedan dudas de que lee los libros, sabe cómo leerlos, cómo escribirlos, y lo menos obligado, cómo explicarlos.

 

 

Este texto fue acogido en la balconada de las páginas centrales del suplemento cultural "Artes&Letras" que publicó Heraldo de Aragón en su edición del jueves 8 de octubre de 2009.

8 comentarios

Asteroide B 612 -

jeje

bo -

¡Qué suerte la tuya! ¡Un capazo de seda con Baricco!

mapi -

genial

Edu -

Camarero, sírvame otro mundo más. Pero tómese su tiempo. No hay prisa. Me gusta admirar su tiento y saborear su destreza . Luego vendrán las pitanzas. ¿Sabe? Es usted un prestidigitador, y aunque su reloj y el mío marquen horas diferentes, me quedo un rato más en el bar, si a usted no le importa.

Bego -

¡Fantástico, Pedro! Bien contado y mejor redactado.
Yo todavía no he hecho mi crónica de ese día.

azul -

:) Bien...

Darkterego -

me ha parecido estar allí, genial ;)

mirada -

:-)

Si que se saborea, si, gracias, es una delicia.