Blogia

PIERO

LLEGARON PARA QUEDARSE / 8

LLEGARON PARA QUEDARSE / 8

 

 

 

“No quiero convencer a nadie ni ser convencido por nadie”.

"Cuadernos". Paul Valéry. Editorial Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores

HA VUELTO LA PRIMERA

HA VUELTO LA PRIMERA

Sevilla, algo antes de 1905.  Año de fundación del Sevilla CF.

ZARAGOZA, 2 -SEVILLA, 1

 

 

 

La Romareda, Zaragoza.

 

 

  

   Hay domingos de carnaval en que suceden las cosas más inesperadas. Tardes en que alguien se podría llevar el manso apostando a caballo perdedor. Tardes en que La Romareda vuelve a ser un estadio de Primera. Empezaba el Zaragoza el segundo cuatrimestre en casa de manera rocambolesca. Con despidos abundantes y exprés; y seis incorporaciones, seis,  como en una corrida de toros. El  Zaragoza anunciaba en cartel  una  nueva escuadra.

 

 Así se lo debió parecer al Sevilla, que entró en el partido contemporizando y se fue con dos menos sin saber porque les habían expulsado también del partido. Los de Aurelio Gay salieron con la fe de David ante Goliat, y la combinatoria y rapidez en el pase despertaron los primeros aplausos felices, pasada media campaña. Los culpables del jolgorio son los refuerzos. El Zaragoza tiene a dos delanteros y dos centrales, en román paladino, una nueva columna donde apoyar su juego. Y así lo hizo, con el radio de acción elevado de Suazo y la rapidez y finta de Colunga los blanquillos mostraron que ya tienen espada y estilete para golpear a sagrados porteros como Palop. Porque esa es otra, a las santidades no se les bate con acciones rutinarias de delanteros en posición. El Zaragoza encontró el milagro en sus dos nuevos defensas. Dos nuevos centrales. Dos nuevos zurdos. Dos nuevos goleadores. Dos victorias consecutivas. Un triunfo en Primera. Jarosik y Contini han apuntalado la retaguardia de un variopinto Carrizo. Y con qué fe, no había más que ver como celebró el italiano Contini el gol que abría el marcador. Cien por cien transalpino, cien por cien de intensa rabia.

 

  La que le había faltado hasta ahora al Zaragoza la fue a encontrar en uno de sus partidos que se presumían imposibles. Pero el que de verdad lo estuvo fue el Sevilla,  nunca encontró su sitio. Un errático Estankevicius en defensa, un centro de campo escuálido en decisiones y una dupla atacante de verdadero descanso dominical, dieron la tarde plana a su entrenador. Y de postre, Manolo Jiménez, tuvo que aguantar frente a sus narices en la banda el trabajo de Ponzio. El argentino volvió a demostrar el significado de la palabra profesional. Empezó en la media, pero la lesión muscular de Paredes le llevó al lateral izquierdo en el minuto diez. Hasta tres lo intentaron en los ochenta minutos restantes. Pero parecían la trilogía del despropósito. Ni José Carlos primero, ni los internacionales Capel y Jesús Navas después pusieron en aprieto a Ponzio. Curioso lo de Leo. Se fue del Zaragoza cuando estaba en Primera, volvió en Segunda para subirlo y ahora que asomaba el morro de nuevo de la Segunda, bordó la tarde de lo que es un futbolista de Primera. Como su equipo, al que el carnaval no le ha hecho intolerante al fútbol. Quizá segundos cuatrimestres si que sean buenos.

 

 

 

 

SUELA SINTÉTICA

SUELA SINTÉTICA

 

 

 

 

  Subí al vagón del metro con el pelo calado por la tromba. Me senté en espera de un poco de calma, pero un par de mujeres de tobillos anchos ocuparon con sus paraguas los asientos de enfrente.

 

—¿Y cómo has dicho que se llamaba la señora esa?

—Lucrecia.

—Pero ese nombre existe —preguntó  Lola frunciendo el entrecejo.

 

Raquel se miró las pulseras que le había regalado Lola puntualmente cada cumpleaños.

 

—Si se llama así, es que existe, ¿no? No conozco a nadie que existiendo, su nombre sea ficticio. Desde el momento en que existe alguien con un nombre, ese nombre existe. Es de cajón.

—Mira, Raquel. No entiendo porque me tienes que llamar encajonada, o encajadora, o acojonadora, o lo que tenga que ver con cajón, y un jamón. Te he traído el paraguas porque sabía que iba a diluviar y lo tuyo es vivir en Babia. Mírate, si no fuera por las pulseras que te regalo, cualquiera te confundiría con una pordiosera.

 

Se volvió hacia mí, pero no tenía el día para aseverar. Escondí la mirada en los zapatos de Raquel.

 

—Y tus zapatos, dan grima. No ves que la suela sintética te hace patinar a la mínima. Lo que faltaba, la patosa Raquel muere como una pordiosera en el andén.

—Y creerás que tienes gracia. Dejarme en evidencia, siempre. Como autodefensa, ¿quizá?

—Encima de torpe y quejumbrosa, faltándome.

—Sabes la causa de que esté así, el porqué de ir vestida como voy, y te regodeas de todo y para más inri con todo el vagón.

 

Me dieron ganas de pedir al resto del vagón que le cantáramos las cuarenta a Lola, pero tampoco tenía el día de héroe por un día.

 

—Lo que te ocurre sólo tú lo sabes, pero desde luego es un anticipo de lo que te va a venir, porque ni un pequinés en día de permiso se tira cuesta abajo para llegar a Saigón.

—Me encanta, otra de tus pedanterías limpias para que no mancille nadie tu honor. El honor de Lola, en las mejores salas, sonido Dolby Sorround, para que la voz de Lola, sí, esa que ustedes estaban esperando, retumbe en sus tímpanos.

—Gracias por la bendita ironía, sabes lo que me duele no haber llegado a estrenarla por culpa del tirón que tuvo la de... ¿cómo se llamaba la pestilente esa?

 

Reaccioné al ver el cartel de Sol, me bajé sin oír el nombre, pero sonreí imaginando que se llamaba Lucrecia.

LLEGARON PARA QUEDARSE / 7

LLEGARON PARA QUEDARSE / 7

 

 

“El dolor y el cuerpo se descubrían mutuamente; como los amantes, no llegaban a saciarse, volvían a lanzarse uno contra otro”.

 

"La Hermana". Sándor Márai. Editorial Salamandra.

 

 

CALACUELLOS

CALACUELLOS

 

  

   En Calacuellos el sol había luchado por diluir el charco grande ante la puerta de la casa. Lucrecia cuando iba dejando atrás la digestión del revuelto de gambas con el que desayunaba los lunes perezosos buscaba un poco de aire fresco y seco en la pradera de delante de su casa. Le gustaba pensar que a esas horas, y tan sólo tres meses antes, tendría el churro subiendo y bajando por su esófago en espera de colarse en el teléfono del que nunca se podía desprender. Hasta el día que colgó el auricular sin dudarlo. Vio caer los primeros copos sobre el asfalto y desapareció la venda de sus ojos. La costra de pus que era el teléfono se quedó sobre la mesa. La nieve le había susurrado en silencio una nueva piel.

 

   En Calacuellos Lucrecia aprendió enseguida a ponerse crema de manos todas las mañanas. El viento del noreste era ácido las mañanas indecisas y dejaba cuarteada la piel. Lucrecia lo bautizó como el cítrico. Como el zumo de naranja recién hecho. Llegaba desde el monte Pacino cargado de decisiones inesperadas, de quiebros y vericuetos para hacerse el amo del lugar. Pero esa mañana, el cítrico no salió a desayunar. Su hueco lo aprovechó una borrasca pendenciera que se instaló en el valle de Calacuellos sin preguntar.

 

   Tan rápida se hizo con la situación que a Lucrecia no le dio tiempo a bautizarla, era una borrasca tramposa que susurró sin dudas una burda excusa al sol para que escampara del valle. La borrasca sin nombre se desperezó, estiró las piernas de helado de corte y con los brazos de estalactitas empezó a sudar. Poco a poco las gotas de agua congelada de las estalactitas cayeron sobre Calacuellos. Los primeros copos sorprendieron a Lucrecia, pero no la disuadieron de seguir su paseo. Cuando los brazos de estalactita de la borrasca sin nombre carburaron a todo hielo, las piernas de helado de corte comenzaron a trocearse. Como esos helados de barra que Lucrecia tomara tantas veces de postre, las piernas de la borrasca sin nombre empezaron a filetearse sin remedio a golpe de alcalino, el viento básico del noreste que casi nunca pacía por Calacuellos.

 

    Alcalino era un viento esquivo, que gustaba de autochequearse cada poco tiempo para mantener su nivel afilado intacto. Cuando se le acercaba una borrasca perezosa, le gustaba ponerse a su rebufo y cuando veía un valle como el de Calacuellos, con forma de olla a presión, le encantaba provocar vapor en las piernas de la borrasca. Los filetes de pierna de borrasca caían sin remisión sobre Calacuellos en fila, como paracaidistas en día de exhibición. Pero a Lucrecia no le gustaban las exhibiciones, su calzado no era de día de fiesta y estaba empezando a calarse su comprensión. Sus brazos parecían querer convertirse en aletas mientras su piel asemejaba a escamas. Al echar la vista atrás sólo encontró el alero de la casa por referencia, el camino que conocía de memoria

lo había borrado la borrasca sin nombre. Perdió su zancada feliz de día de revuelto de gambas, y sus tripas empezaron a rugir. Y la borrasca sin nombre lo debió notar porque de sus entrañas empezaron a salir trozos de carne como hígados cirrosos tras borracheras descomunales. Y cuando los trozos de hígado de borrasca cayeron sobre el valle, el hedor se hizo insoportable. Los restos de alcohol trasnochado convirtieron a la borrasca en pestilente. Lucrecia se llevó un pañuelo a la boca por ver si mantenía la respiración aunque hubiera ya perdido el paso. No podía seguir camino, le abandonó también la vista tras la niebla densa de las piernas de borrasca fileteadas, y dejó de inspirar por la nariz con el hígado borracho de la sin nombre. Derrotada en medio del bosque que antecedía a Calacuellos, recordó la mañana en que colgó el teléfono de la oficina para siempre. La mañana en que esquivó su rutina. La que le había dejado hoy noqueada en el bosque al confiar en su orientación. También hoy era una mañana esquiva. Antes de perder el conocimiento encontró nombre para la borrasca. La borrasca sin nombre y ahora sin piernas ni brazos ni hígado conservaba la cabeza por lo que oyó sin problemas su bautismo. La borrasca áspera.

 

 

 

LLEGARON PARA QUEDARSE / 6

LLEGARON PARA QUEDARSE / 6

 

“El verdadero mal ha juzgado de antemano y para siempre y nada tiene que revocar; carece de ese punto de debilidad e inocencia de quien entra en el juego de los veredictos. A sí mismo no se permite discutir con las razones opuestas a él y no entra nunca  allí donde se celebren juicios; debe ser soberano”.

Saúl ante Samuel. Juan Benet.

EMPATE A NULIDAD

EMPATE A NULIDAD

Jerez de la Frontera. La Feria a inicios del siglo XX.

ZARAGOZA,  0-XEREZ, 0

 

 

 

La Romareda, Zaragoza.

 

 

 

   Cuando se dan dos ceros seguidos, hay gente vidente que dice que son como unas gafas. No irían mal a ninguno de los dos equipos. Porque si algo se vio claro en el estadio es que ninguno está en lo que está. Fuera de campo, de visión y lo que es peor de ánimo y ahínco.

 

   Se las podía prometer felices el Zaragoza. Tres nuevos refuerzos, partido en casa ante el colista. Ni con los tópicos sabe lidiar el equipo de Gay. Empezó empanado y acabó con la moral cinco metros por debajo de calderas. Ni un gramo de calor quedo en las gradas, que comprobaron que hay días de enero en que es mejor pensar que ni han empezado.

 

  Los dos equipos están en la rampa de descenso, y en plena cuesta de enero, parecieron tener por único empeño el llevarse la pendiente a Segunda. El Xerez estrenó entrenador, pero ni por esas lanzó una entre los tres palos, rutinas imposibles de lavar ni fuera de casa. Se quedó con uno menos cuarenta minutos, y ni siquiera lo que parecía un infierno fue suplicio para los jerezanos.

 

  Enfrente, un inoperante Zaragoza, hizo una completa demostración de lo que no es un equipo. Sin dirección, ni enfoque, ni combinatoria, ni empeño, ni... Bueno, algo tuvo, sí, ansiedad; como la que llevó a lanzar por encima del larguero a Jorge López un balón que en el epílogo del partido podía redimir al conjunto. Fue triste ver con calambres a Diogo  a la hora de partido, a Ander asfixiado y con el cerebro de descanso dominical. Y patético ver como el nuevo techo zaragocista (1,94m), el defensa checo Jarosik, se llevaba la mayor ovación de la tarde por un disparo lejano que ni vio puerta ni motivo.

 

  El que sí que tienen los dos equipos para entonar el mea culpa. Alguno del Zaragoza puede que duerma hoy caliente, ya ha pasado el frío fuerte, pero no le cabe duda a nadie que las debilidades a estas alturas no se deben sólo a la cuesta  de enero. Un compendio de ilógicas acciones sólo puede llevar a un callejón del que su rival, el Xerez, sabe mucho. Porque en domingo de doble cero, todos parecían borrachos. De esos que esperan el balón al pié porque no se sabe si lo están. De esos que beben de todo menos Jerez, porque saben que el Jerez sube mucho. Como lo que ven cada vez más lejos los dos equipos, su empinada rampa ya no tiene freno. Ni un atisbo de fe quedó el domingo en La Romareda. Alguien les susurró que los milagros no atienden a fechas, ojalá atiendan a sus velas, porque el entierro parece que lo tengan ensayado.

LLEGARON PARA QUEDARSE / 5

LLEGARON PARA QUEDARSE / 5

 

 

 “El sol que se derramaba por las ramas se introdujo en sus ojos cansados. Los cerró.

Las grullas blancas del pañuelo de la joven Inamura volaron en el sol de la tarde, que todavía estaba en sus ojos”.

 

 

"Mil grullas". Yasunari Kawabata. Editorial Emecé.

 

HACE 31 536 000 SEGUNDOS

HACE 31 536 000 SEGUNDOS

 

  Hoy hace un año, la foto de Samuel Wolstenholme empezaba a ser visitada. El rincon de Piero echaba a gatear sobre rastros de hierba inglesa, con una viola de gamba de siete cuerdas francesas de Sainte Colombe como sintonía y con la vista en la cúpula que Mantegna pintara en el Palacio Ducal de Mantua, anunciando pieles de martes como tiras de una Italia a la que Piero nunca acaba de descubrir. Por eso hoy estas líneas en las que descansan tus ojos quieren ser de agradecimiento por parte de Piero, gracias a los miles de miradas que han acompañado su primer año. El de arranque, el piloto, el de Introitio. Con un año cumplido, Piero es un bebé algo torpón que intenta por fin ser un bípedo. Que sus pisadas os acompañen cuando vuestra mano quiera. Porque todos los caminos voluntarios nunca llegan al destino prefijado. Cosas de la providencia. Como este rincón que siempre se alegra de veros.

PASEO EN PAUSA

PASEO EN PAUSA

 

   Resbalaba por las hojas funerarias el erizo socarrón. Mientras, el eucalipto inflacionista creía que él era para la pradera de membrillo, lo que una pluma para un faquir.

 

UN EMPATE AGUADO

UN EMPATE AGUADO

 Riazor. Grada de General. 15.02.1970. Deportivo-Athletic. 64 años después de la fundación del Depor.

 

 

ZARAGOZA, 0-DEPORTIVO, 0

 

 

La Romareda, Zaragoza.

 

 

   Llovía. Era orballo para un gallego. Para un deportivista, terreno rápido, jugamos como en casa. Así pareció la primera parte. Posesión del balón para los coruñeses, combinaciones de más de cuatro pases, pero pocas aproximaciones al área contraria. Tan pocas que cuando su defensa Lopo tuvo el gol cantado prefirió mandarla por encima del travesaño por no molestar.

 

   Porque aunque llovía, nadie quería desentonar. Los de Lotina saltaron a La Romareda a verlas venir. ¿Y el Zaragoza? Ay, eso es otra cosa. Empezaba año cronológico coincidiendo con el vital. Giro en la directiva, confianza en un banquillo imprevisible. Unos jugadores con más presencia física que psíquica se quedaron fuera de la convocatoria, dijo Gay (sic). Al final los once que defendieron la camiseta blanquilla hicieron honor a lo prometido. Compromiso, lucha, olvidaron conjugar el reflexivo escaquearse. Eso les libró de la pitada del respetable, que lo único que tuvo por seguro es que llovía.

 

   Pasaron cincuenta minutos hasta que los locales se atrevieron a disparar al portal contrario. Fue el más dinámico de los blanquillos, quien lleva desde ahora la manija zaragocista. Con un disparo convertido en suspiro, Ánder levantó la cabeza y dijo: "Aquí estamos". Le siguieron sus compañeros que por espacio de veinte minutos pensaron que iban a marcar. Pero no era el día, no, lo vieron todos enseguida. A sus majestades los Reyes Magos de Oriente les llegan estos días muchas cartas, a los jugadores del Zaragoza montones de entregas. Sacas y sacas, repletas de catálogos de pases. Parece increíble que a estas alturas jugadores de Primera División fallen tantos pases sin presión rival. Como muestra valga el botón del pase al infinito de Pennant que se perdió por la línea de fondo en lo que todavía no se sabe si quería ser un centro al área cuando tenía a Ander sin rivales en un radio de diez metros en la frontal.

 

    Llovía, detalles al margen. Por lo que el Deportivo se encontró en su habitat, sesteó de manera consciente y sólo Guardado intentó rentabilizar tan largo viaje. Pero ni Adrián primero, ni Riki después le entendieron. Aranzubia desde la portería se fue sin ser probado. Como Lotina, que al acabar el encuentro se despedía de un despistado Iturralde como si hubiera cosechado los tres puntos. Debió ser algún charco invisible el que le hizo ver el espejismo de que ganando por puntos se llevaba uno la victoria. Porque lo que el Deportivo se llevó de Zaragoza fue un empate rácano que supo a derrota. Esa de la que los blanquillos se salvaron porque ya no lavan la ropa sucia a escondidas. Ahora sacan pecho porque morirán con lo que tengan, orgullo incluido. Han empezado el año con ahínco, pero sin peligro de cara a puerta, les quedan cinco meses para disolver el engrudo. De momento sólo ofrecieron un partido aguado. Acabó como empezó. Llovía.

 

 

 

LLEGARON PARA QUEDARSE / 4

LLEGARON PARA QUEDARSE / 4

 

 

“Y yo bebí el aliento de aquellas palabras; las bebí, las respiré, no las oí.

 

   No hablamos más. Íbamos juntos, solos, entre el silencio del crepúsculo. Íbamos solos entre el silencio del mundo. Solos entre el silencio del tiempo. Solos para siempre. Juntos y solos, andando juntos y solos entre el silencio del mundo y del mar y del mundo, andando andando. Y todo era como un gran arco y nosotros lo íbamos pasando y al otro lado estaba nuestro mundo y nuestro tiempo y nuestro sol y nuestra luz y nuestra noche y estrellas y montes y pájaros y siempre...”

Final de "Helena o el mar de verano". Julián Ayesta. Editorial Acantilado.

 

TABACO

TABACO

 

 

   La revista literaria trimestral Narrativas ha incluido en el número 16, Enero-Marzo 2010, el relato Tabaco. Narrativas es una revista digital que se define como modesta. Los que se acerquen a ella podrán comprobar que también casan con calidad. En el actual número, en la página 68, Tabaco; en el resto del ejemplar, la calidad.

 

http://www.revistanarrativas.com

 

Y este es el sumario del número 16:

 

● Ensayo

Pantalla de papel ó Google Plunge (sobre “Crónica de Viaje” de Jorge Carrión), por Luisa Miñana
Coincidencias poéticas en “Jardines” & “Jardín de niños”. La palabra de Juan Gelman y José Emilio Pacheco, por Demetrio Anzaldo González
La construcción del sujeto nacional en Bolivia a partir de “Aluvión de fuego” de Óscar Cerruto, por Magdalena González Almada
Jane Eyre, o la heroína de la novela victoriana, por Enrique García Díaz

 

Relatos

Vidas de cine, por Carmen Garrido
En el mundo de Yupi, por Esteban Gutiérrez Gómez
Film, por Ricardo Bernal
Noche de estrellas, por Carlos Montuenga
Como la saturación del óleo sobre un lienzo, por Javier Esteban
Feligreses, por Ernesto Baltar
Sit down, please, por Ysaías Núñez
Color amarillo, por Gonzalo Martín de Marcos
Una boda, por Sergio Borao Llop
Remo y su loba, por Mathías Dávalos
Preguntas, por Juan Cruz López
Nada, por Juan Carlos Vecchi
El escondite, por Xuan Folguera
Problemas de puntuación, por Víctor Lorenzo
El asesino de la secretaria, por Emilio Gil
Las ratas, por Rafael Guerrero
Excursión, por José Antonio Lozano
Esa tarde, sin resistencia, por Carlos Santi
Tabaco, por Pedro Bosqued
Obra sanitaria, por Eugenia Piazza
La vieja carretera, por Juan Amancio Rodríguez García
Comala. Homenaje a Juan Rulfo, por Ramón Araiza Quiroz
Ojos de pez, por Esther Rodríguez Cabrales
Conservatorio, por Luis Emel Topogenario
Desde el armario, por Blanca del Cerro
Villa Borghese, por Eduardo Protto
Correspondencia nicaragüense (IV), por Berenice Noir
El viejo sable de ultramar, por Daniel Alejandro Gómez
Higiene vampírica, por Olivia Vicente Sánchez
No preguntes por mamá, por Carlo Reátegui Avilés
Sunamico. Crítica de última novela de Martín Revelo, por Pedro Rebollo
Regreso al pasado (II), por Enrique García Díaz
  

● Narradores

Fernando Aínsa

 

● Reseñas

“Conozco un atajo que te llevará al infierno” de Pepe Cervera, por Miguel Sanfeliu
“Gente cercana” de Diego Marín A., por Luis Borrás
“Siete casas en Francia” de Bernardo Atxaga
, por Ágatha
“Amar en martes” de Angélica Morales, por Luis Borrás
“Póquer de ases” de Manuel Vicent, por María Aixa Sanz
“Metempsicosis” de Jesús Serrano Belmonte, por Maiol de Gracia Clotet
 

● Miradas

Natalia Ginzburg, por María Aixa Sanz

 

Novedades editoriales

 

LLEGARON PARA QUEDARSE / 3

LLEGARON PARA QUEDARSE / 3

 

 

Mientras él aún recitaba absorto, me incliné y le besé de nuevo antes de irme, esta vez en la mejilla como si fuéramos toreros, y volví a ponerle la mano en el hombro un instante, a modo de adiós callado, mientras él se encaminaba ya hacia la bruma que ahuyenta el viento, o hacia ese exilio en el que uno ha de desprenderse aun del propio nombre.

Párrafo de la tercera parte de "Tu rostro mañana" de Javier Marías.

VIDRIO

VIDRIO

La tristeza sacude su melena de vidrio en un día de viento forzado, tan forzado que es soplado por el soplador de vidrio de la fábrica de La Granja que acumula cabellos como condenas que llenan las sepulturas de tristes cenas. ¿Tienen algún postre que no sea de la casa? Por supuesto, helado de sonrisa vidriada.

 

 

 

UN PRESENTE DE LITERATURA

UN PRESENTE DE LITERATURA

  

 

Un presente de literatura. O un regalo de libro. O un recuerdo de gozo. Si alguien todavía anda demasiado perdido en elegir buenas cubiertas, aquí puede encontrar una ayuda. Guiños a publicaciones que pueden hacer inolvidable al que se lo regale. La Escuela de Escritores con su ya habitual recomendación de diciembre.

http://www.escueladeescritores.com/recomendaciones-literarias-2009

 

 

LLEGARON PARA QUEDARSE / 2

LLEGARON PARA QUEDARSE / 2

 

 

 John Cheever: “ Ese escalofrío que nos recorre cuando frente al otro, no vemos sino oscuridad, el reflejo de nuestra propia ignorancia”.

 

 

A MENOS DE UN MILLÓN DE MILLARDOS/16

A MENOS DE UN MILLÓN DE MILLARDOS/16

   Si alguien se encuentra a menos de un millón de millardos de segundos luz de Madrid, puede acercarse a la última manzana de la calle Amparo. Un rincón de Lavapiés de puerta estrecha, el nombre del teatro, que da paso a un ambiente aislante, cálido, que antecede a un sobrepiso donde espectador y actor no sólo comparten rima interna. El "Final de partida" de Samuel Beckett, coronado por magistrales interpretaciones. Un golpe a la conciencia adormecida, otro a lo que creemos que somos, y otro más, por si acaso, que nos recuerda nuestro futuro. Canela fina en Lavapiés.

 

http://www.unapalabraotra.org/lapuertaestrecha/teatro.html

 

LLEGARON PARA QUEDARSE / 1

LLEGARON PARA QUEDARSE / 1

 

 

“Las ciudades son libros que se leen con los pies”. Quintín Cabrera.

LLEGARON PARA QUEDARSE

LLEGARON PARA QUEDARSE

 

 

    Hay palabras que no resbalan. Aunque lleguen sin intención, nuestro pensamiento las convierte en culpables de nuestros recuerdos. Desde el día que una cita nos acompaña, no podemos faltar a su cita. He aquí un lugar de encuentro, el que quiera que las recoja, lo estéril se pierde por el campo infinito de las imágenes. Letras al fin y al cabo, del cabo de la idea al fin de la reflexión.