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PIERO

Fútbol

ENCIERRO DE PELÍCULA

ENCIERRO DE PELÍCULA

Pamplona. Antigua estación de autobuses. 1934. Catorce años después de la fundación del CA Osasuna, un miércoles, también de noviembre.

ZARAGOZA, 0-OSASUNA, 1

 

La Romareda, Zaragoza.

 

 

 

  Hace un par de días, en pleno noviembre, se rodó en Cádiz un encierro. Para añadirle irrealidad, Tom Cruise llevaba de paquete en una moto a  Cameron Díaz, y a su rebufo, a una manada de toros. Semejante inverosimilitud sólo cabe en las mentes cinematográficas de Hollywood. Algo así pasó en La Romareda. Osasuna hizo corrillo, como los verdaderos corredores de encierros, antes de empezar el envite, y se entregó a la confabulación. Le funcionó. Sobre todo en la primera parte. El toque de Nekouman y el tono de Masoud, le dieron aplomo, y el gol que a la postre le daría las orejas.

 

  El iraní Masoud es natural de Shiraz, una población que fue capital de Persia a finales del XVIII, y que hoy, con un millón largo de habitantes, descansa a casi mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Esa pareció la altura que tenía el medio centro osasunista. Desde ahí con soberano aplomo persa llevó al esférico, a su equipo y por encantamiento árabe a los de Marcelino, a su cueva. Cuando el hechizo no le bastaba, recurría a Camuñas, que con su bota demostraba que a veces los guantes también están en las extremidades inferiores. Así se fueron al descanso. Relajados en busca de la ducha con sales.

 

   Salió tras la pausa el Zaragoza con brío. Entró la flecha Ewerthon, y el orden y concierto se fueron por peteneras. Empezó el ataque alocado, la falta de pases intermedios, y al final desparecieron también las medias. Fue como en esas películas en las que se van añadiendo espejos hasta que desaparece el único cuerpo que había, y sólo quedan las imágenes proyectadas. Así fue la segunda parte, un encuentro de espectros. Los blanquillos se lanzaron en busca del segundo gol, sin caer en la cuenta de que necesitaban un primero. Osasuna pastó por el campo en espera de coger el autobús de vuelta, mientras el Zaragoza se liaba a pelotazos consigo mismo, como el perfecto fantasma que aspiraba a ser. Sin siquiera agotar los cambios, sin ventanas nuevas por ver si entraba aire fresco, sin fe en las variantes. Acabó sin media, descabezado, como un cabestro.

 

  Vamos, lo ideal para los pamplonicas, encontrarse con cabestros por rivales, espectros por contrarios, blancos inmaculados sin intención por contrincantes. Al acabar el encuentro, los osasunistas se abrazaban incrédulos de cómo con tan poco se habían llevado los tres puntos, o las dos orejas y el rabo. Corrieron menos que Cruise y Díaz por Cádiz. Ni siquiera necesitaron de la moto, les bastó con el patinete, ese que el Zaragoza les cedió porque ya sabía como patinar.

 

   El único zaragocista que no esbarró fue López Vallejo, porque sus dos paradas, llenas de reflejos, demostraron que podría correr los encierros. Por algo jugó en Osasuna, por algo es pamplonés.

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PULIDO COMBATE

PULIDO COMBATE

La foto corresponde al Embarcadero de Mineral de Almería. Algo antes de la fundación, hace veinte años, de la UD Almería.

ZARAGOZA,  2-ALMERÍA, 1.

 

 

La Romareda, Zaragoza.

 

 

   Dicen que en los combates de boxeo lo más importante es mantener el juego de piernas, mantener una cadencia que haga que tu cintura esté siempre más fresca que la del contrincante. De eso iba la velada a media tarde. De mantener el tono. Lo curioso del caso es que quién más lo consiguió, fue un lateral derecho. Pulido confirmó con su gol una actuación optimista, de esas en las que se ve a un jugador crecerse, anticiparse al corte, de esperar al momento en que el balón comprende que se tiene que acercar a tus pies. Todo fácil, como los boxeadores experimentados. A lo mejor porque jugaba contra su último equipo, a lo mejor porque al no celebrar su gol, creía que todavía le quedaba mucho por hacer.

 

  Cuando el sol todavía enfocaba en el césped, los de Hugo Sánchez tocaban la bola con cariño y tacto. Se sentían cómodos en los primeros compases, cuando hay más movimientos que pegada. Pero a la media hora, el Zaragoza se desperezó, y su jugador más clarividente, Lafita, enseñó su diestra para batir a Diego Alves. Debió golpear afinado porque cinco minutos después, volvió a noquear. Esta vez, tenía aviso. El juego a balón parado le está dando golpes en forma de goles a mansalva a los zaragocistas. En otro saque de esquina medido, la cabeza de Ayala prolongó para que el atinado Pulido pusiera el dos a cero.

 

  Se las veía ya felices Marcelino, cuando en el contraataque posterior, Crusat, cogió a contrapié a un timorato Ander. No le hizo falta por miedo a la tarjeta, y en el límite del fuera de juego, entregó a Juanma Ortiz para que batiera sin problemas al nuevo portero titular, López Vallejo. Pero un combate tiene muchos asaltos, y la ducha en el descanso vendría bien a más de uno. De la intensidad del encuentro da buena cuenta que a la hora de juego, tres jugadores blanquillos habían tenido que solicitar el cambio por problemas físicos. Quedaba media hora de ida y vuelta, de nadie manejando ni la cintura del partido, ni las extremidades. Con las marcas flojas y las ideas ligeras, cualquiera pudo hacer el roto.

 

  Los locales optaron por la paciencia y los andaluces por esperar a que el revoltoso Crusat la liara. Pero a veces, el dinámico se pierde en levantar airadamente los brazos. Y  eso en boxeo nunca da puntos, y menos noquea. El Almería no acabó de creer en sus posibilidades, y si falta la fe, dicen que es mejor bajarse del ring. Lo contrario de lo que promulga el mexicano. Para Hugo Sánchez el fútbol era un combate, algo entre machos. El problema es que tiene en la defensa a un Chico, en la media a un tapón exquisito, Crusat, pero delante tiene una delantera de plexiglás. Con un guante así, es difícil tener pegada. A su rival le bastó acompasar al cuero, con los guantes del mismo material pero aflojados, se llevó un partido en el que el que más combatió fue Pulido. Y esa no es una palabra que maneje con agrado Hugo Sánchez. Con su estructura de plexiglás, lo único que se llevó fue un sarpullido.

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ESPITA RIMA CON LAFITA

ESPITA RIMA CON LAFITA

Tranvía urbano de Santander tirado por mulas en 1883. Treinta años antes del nacimiento del Rácing. La foto es de http://santander-antiguo.blogspot.com

ZARAGOZA,  2-RÁCING, 2

La Romareda, Zaragoza.

 

   Ninguna Liga comienza a mediados de octubre. Para estas fechas todos los futbolistas han jugado en casa. Bueno no, todos, no. Ángel Lafita es un caso aparte. Tan alejado, que a principios de septiembre, correteaba por un parque de Zaragoza para no perder la forma. Tan extraño como que Ronaldo se despertase un lunes a las seis de la mañana por exceso de profesionalidad. Eso es lo que el zaragocista ha demostrado. Al margen de un contencioso entre el Deportivo y el Zaragoza en el que el que más ha perdido ha sido él. El aragonés, en su regreso a casa, demostró que tiene mucho fútbol para mostrar.

 

    Y lo dio a espuertas. Con capacidad de desborde, con regates de cintura sencillos y de esférico endiablado, con una asistencia de gol ilustrada, para acabar demostrando que si se quiere, hasta el correr es un arte.

 

   La primera media hora del partido, con una autopista por la banda izquierda, los blanquillos pusieron en jaque sin despeinarse a un Rácing blando como el sol de otoño. Jorge López y Lafita disfrutaron de la tarde sin presión que ofrecieron los cántabros. Se plantaron con un dos a cero sin explicación posible y miraron al marcador en busca del descanso sin sudar.

 

    No se sabe si les leyó la cartilla Mandiá, pero los visitantes volvieron al terreno de juego con la misma cara de cordero degollado con la que se fueron a la ducha. La misma lana, el mismo tonelaje, el mismo control de balón, el mismo poder de pegada. Y si los corderos no destacan por su pegada, los blanquillos cogieron la lana que les ofrecían y se dieron, salvo Lafita, curiosamente, una siesta de campeonato.

 

   De esas de pretemporada. Tan largas, que al entrar el relámpago Ewerthon y Abel Aguilar, cogieron la frecuencia de ronquidos con gran prontitud. Así pasaron la hora de la merienda, hasta que a Tchité, en Burundi debía merendar antes, le dio por chutar a puerta a ver que pasaba. Y pasó, vaya si pasó. Tanto la vio pasar Carrizo, que al disparo de Óscar Serrano cinco minutos después, también le encontró acomodo el cancerbero argentino. Con las pulsaciones bajo tierra, al Zaragoza le despertó de la siesta la luz del luminoso, cuando el dos se había duplicado, cuando nadie imaginaba que el Rácing pudiera golpear.

 

   ¿Y el menos somnoliento de la tarde dónde estaba? Golpeado por un problema muscular se tuvo que ir media hora antes. Creyó que con el partido resuelto, pero una apnea de cinco minutos basta para asustar a cualquiera. Sobresaltos de pretemporada podría pensar Lafita. Mediocridades de otoño en una tarde de sol raso, como el nivel de juego.

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VELAS DESCARRIADAS

VELAS DESCARRIADAS

Catedral de Getafe en un grabado del XIX. El club, un poco más tarde, 1976. El benjamín de la categoría.

 

ZARAGOZA,  3-GETAFE, 0

 

La Romareda, Zaragoza.

 

 

  El diccionario de la RAE no recoge la voz Ustari. Pero la más cercana remite a ostaga, cabo que sirve para izar las velas. Al cancerbero del Getafe más le habría haberlas izado todas con prontitud. Sobre todo antes de la media hora de juego. Cuando sus acciones demostraron que su equipo no tiene su punto fuerte en defender los corners. Dicen las malas lenguas que en los estrenos en Las Margaritas se ensayaban mejor los saques de esquina defensivos.

 

  Si cambiamos las habladurías por los hechos, veremos que otro de Getafe tuvo su día. Dio de cabeza la asistencia a Abel Aguilar en el segundo gol a la salida de un corner. Antes había abierto el marcador con otro testarazo cómodo, también a centro de Jorge López. No celebró nada, no estaba enfadado con nadie, y tendría motivos, pero a Pavón lo que le mandaba era el corazón. Getafeño de nacimiento y abonado por vocación, le tocó al madrileño ser el verdugo de su equipo.

 

  Casualidades al margen, la primera parte zaragocista siempre levantará la moral de los blanquillos. El trabajo atinado y constante hasta el minuto noventa de Gabi, encontró el tino otra vez más de Jorge López. Sólo faltaba la guinda de Aguilar que con sus dianas refrendó la del jueves en el Molinón y sin quererlo se erige en la figura de un Zaragoza tan extraño como sorprendente.

 

   Sorprendió de veras el planteamiento de Míchel. Su equipo gusta del toque, pero ante los de Marcelino empezó cediendo el balón para acabar dando el espacio y el marcador. Sin darse cuenta entregó los puntos en el descanso. Quiso recuperar el partido tras la expulsión de su ayudante, un tal Esnaider, imborrable en la Romareda, pero la entrada de Soldado y Albín dio un poco de gas, pero poco más. Como el espumoso de saldo, a los dos minutos se habían diluido. Eso fue lo que predominó en los madrileños, la dilución, la renuncia al envite. Ni una falta en toda la primera parte, ni una pierna agresiva, ni una cabeza entonada. Solo el empaque de su entrenador hizo pensar que había equipo frente al Zaragoza.

 

  Este ya estaba de vuelta, dio minutos al enésimo retorno del hijo proscrito-pródigo Ewerthon que un pase celestial dio en bandeja el tercero a Aguilar. Con el cierre del silogismo se acabó la historia del partido. Copió entonces el Zaragoza a los visitantes, arrió las velas y mientras comentaba la bondad de la tarde, les vino a la cabeza lo que piensan los que van con el viento a favor. Qué lujo, hoy hasta tenemos minutos de la basura. Muchos tiró el Getafe, problemas de vela se supone. A base de retales quiso construir un traje, como los cabos chusqueros, como los porteros que mandan a saque de esquina los balones que iban fuera. Y eso que en las esquinas, las velas nunca pueden ser arriadas.

 

 

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DEFENSAS DE ARENA

DEFENSAS DE ARENA

1833.Valladolid. 95 años antes de la fundación del Real Valladolid.

ZARAGOZA,  1-VALLADOLID, 2

 

La Romareda, Zaragoza

 

 

   Pongan dos cinturas anchas en los laterales. Conseguirán que su defensa tenga unas columnas imponentes. De esas que hacen historia, de las que vería cualquier turista a treinta yardas. Ahora pongan enfrente a jugadores con capacidad de engaño y desborde. Tendrán el perfecto ejemplo de lo que es una defensa tan presente como permeable. Un juguete de arena en manos de cualquier orfebre de cinturas.

 

  Así se presentó el Zaragoza al encuentro. En menos de lo que tarda cualquier chaval en hacer su castillo de arena, el Valladolid había dado un baño a los blanquillos, sin mancharse, sin sentenciar. El gol de Marcos fue lo único que rentabilizaron los de Pucela. Sisi y Diego Costa le acompañaron en busca del siete. Con sólo un gol y a falta de una hora larga no tenía el botín asegurado Mendilíbar.

 

   Hay un jugador que siempre tiene una idea entonada en el equipo de Marcelino. Un pie diestro que no excluye a su zurda. Un hemisferio cerebral que abre ángulos de visión en el campo para que el otro ejecute. Lo demostró con el tanto del empate. Con un vistazo al portal de Jacobo descubrió el hueco que toda defensa esconde. Su zurda se entonó, y embocó con un toque de golfista el gol del aplomo. Sacó del búnker de arena un balón raso que resbaló por el green de la Romareda. Un punto de cordura entre el rosario de fallos que disfrazados de buena voluntad mostraron la falta de capacidad de un equipo atrapado por sus retazos.

 

     El Valladolid también mostró su hándicap, sus lagunas defensivas, su falta de dirección en la media. Quiso ponerse a la par de su rival y pareja de juego hoy. Y logró que la contienda pareciera la de dos golfistas en busca de esconderse para no desentonar más que su vecino. Ni por esas dejó de ganar, de hecho pudo ganar cualquiera. Pero dormido el Zaragoza en un córner defensivo, no tuvo más que embocar Sisi el gol que despertó todas las alarmas en los blanquillos. Las dos columnas de arena zaragocista acabaron en la media, en un intento desesperado por dotar a la media de absorción, pero no cambió la permeabilidad. Hay pocos palos en la cesta, menos tino, y una liga entera para enmendar. Pero de momento será difícil que haga par en el campo, al rival poco le bastará para llevarse el premio.

 

   El Valladolid no es un grande, ni el Zaragoza lo hará. Hasta sacó al campo a Pelé, pero no hizo falta que jugara. Con defensas de arena como las vistas en este partido, muchos palos le quedan al Zaragoza para seguir tocando en hierba, algún hierro más fino daría calma a semejante tormenta de arena.

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ARIZMENDI, SINÓNIMO DE SÓLIDO

ARIZMENDI, SINÓNIMO DE SÓLIDO

1909. Tres años antes de la creación del Tenerife Sporting Club.

 

 ZARAGOZA, 1-TENERIFE, 0

La Romareda, Zaragoza.

 

   En el último partido oficial los dos equipos acabaron en el vestuario saliendo de Segunda. Su entrada a Primera ha dejado en sus vestuarios la sensación de que queda mucha agua por correr. Muchas duchas y charlas pasarán hasta que los dos equipos se adapten a su nueva división. Como el árbitro, que para no ser menos también tenía el perfume de recién llegado a la categoría.

 

   El partido rompió con la velocidad innata del novato Pennant. Le acompañó el nigeriano Uche. Parecía que la explosión en el Zaragoza rendía desde los primeros compases. El Tenerife dejó pasar los minutos y con calma chicha pasó a controlar el balón, al rival, y se olvidó de matar el resultado. Pegada es lo que han de ganar los chicharerros. El buen hacer de la doble R en la media, Román y Ricardo tenía continuidad en la soltura de Nino. Kome logró controlar su otrora juego impulsivo y es ahora la pieza con criterio y desborde que todo equipo precisa. Faltó la puntería que no las ocasiones, que como San Pedro hasta en tres ocasiones negó Alfaro.

 

  Esa fue una de las bazas del Zaragoza. La incapacidad de recordar lo mal que pudo acabar el partido. No rectificó tras cada error defensivo, siguió a la suya. En su mundo, en su precaria combinatoria. Pero tozudo como un aragonés somarda, esperó su hueco. No lo encontraba con una media sin dirección, recurrió Marcelino a Ander y el toque que tenía en Segunda demostró que también vale para Primera. Su vertical aplomo a la hora de dar el último pase dejó a Arizmendi para remachar la faena. Como buen hombre reincidente, no fue hasta la segunda cuando batió a Aragoneses.  Con un fútbol que Marcelino calificó de sólido, los blanquillos estrenan su casillero de puntos con más suerte que juego. Con más frialdad a sus errores que calidez en el pase.

 

 

   En este Zaragoza se confía en las bandas como elemento de pegada, pero en boxeo los golpes laterales están mal vistos. Son de segunda. El que sabe golpea de frente, directo desde la dirección en el centro del campo. Ése que todavía no asoma por el equipo. El que el Tenerife mostró, el que no le sirvió para demostrar que su juego era ya la pasada campaña de primera. Los dos tenían cara de novato, sólo Ponzio  no tuvo reparo en disparar hasta cuatro veces directo a portería.

  

    Como un tozudo ante un muro, como gana un equipo sólido para Marcelino, como sólo puede decirse de un partido en el que el protagonista es Arizmendi. A veces la naturaleza animal vence a la razón. Aunque no sea un argumento de primera.

EL APERITIVO ITALIANO

EL APERITIVO ITALIANO

CHELSEA, 2- MANCHESTER UNITED, 2 (4-1 en los penaltis)

 

Wembley, Londres. Community Shield.

 

 

   Reggio Emilia es la región italiana del queso parmesano. Ese que en Reggiolo, cuna de Ancelotti, se degusta también los domingos antes de comer. El partido de hoy tenía tintes de final, Wembley no es un sitio de bromas; pero el poder realizar hasta seis cambios por equipo denota que lo que priva al final es la fiesta de inauguración de la nueva temporada.

 

   Y qué mejor aperitivo que el triunfo del novato. El primer partido oficial en el banquillo del Chelsea de Ancelotti fue la única novedad tras la pausa veraniega. Ninguno de los 22 titulares que comenzaron el encuentro había cambiado de equipo, así que enseguida supieron como afrontarlo.

 

   La condición de campeón saliente no pesó en el United y antes de los veinte minutos de cortesía, Nani demostró que el acento portugués sigue presente en los reds. El Chelsea no cambió el discurso a pesar del cambio en el marcador. Parecía todavía probando el esférico. Drogba y Anelka deambulaban en espera de algún balón mágico. Pero ni sus descensos a la media les proporcionaron ocasiones para batir a Foster. Eso fue el primer tiempo, una aproximación a un partido tenso.

 

  El descanso tuvo su efecto y las sustituciones dieron otro brío. En dos contras finiquitadas por Carvalho y Lampard, el Chelsea volteaba el marcador casi sin esfuerzo. Casi sin quererlo, casi sin sudarlo. Ferguson realizó cuatro cambios en raya y el Manchester volvió al encuentro como sabe. Wayne Ronnie se reencontró con Giggs, que por mucho que pase el tiempo no tiene un pase viejo. Recibió en el borde del fuera de juego para batir a Cech y dejar en el marcador el empate que a nadie sonó a desmerecido. Antes un constante intercambio de llegadas al área habían dejado claro que nunca puede haber un amistoso entre estos dos equipos. Ballack y Evra recordaron noches de negro boxeo.  Sin llegar a los puños, sin olvidar los hombros, cuando alguien de azul choca con uno de rojo, no hay nadie de negro que los pueda frenar. Así que lo hizo el tiempo. El empate en el tiempo añadido, del United, dejó en la lotería de los penaltis la adjudicación del trofeo.

 

   Había estado fino Foster durante el partido, con la convocatoria de Capello con Inglaterra en la cartera. Lo contrario de Cech, que algo más pudo hacer por evitar el gol de Nani en la primera mitad. Y nadie pudo evitar recordar la tanda de penaltis de la final de la Champions de Moscú. Segundas partes nunca fueron iguales, y ahora sí; Cech rayó a buen nivel. Sus compañeros de campo dieron un recital de cómo hacer imparable un lanzamiento y con cuatro brindis a la portería con sol consiguieron el primer triunfo de la campaña. Cuando Ancelotti subió a recoger la medalla de campeón cerrando la comitiva del Chelsea, su rostro no pudo engañar. El de alguien que tras el aperitivo espera algo más, su cara de pato perdido en el garaje buscaba inconscientemente el rostro de Capello, tan cerca en la grada, tan lejos en pensamiento. Al par de milanistas no les iría mal compartir un aperitivo en su Inglaterra adoptiva. Por bares en Londres, no será.

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AL BARÇA NO HAY QUIÉN LE TOSA

AL BARÇA NO HAY QUIÉN LE TOSA

Garganta de Guardiola

BARCELONA, 2-MANCHESTER UNITED, 0

 

  

 

Miércoles 27 de mayo del 2009. Olímpico, Roma.

 

 

 

  Hace trece meses el Barça de Rijkaard cerraba ciclo claudicando ante el Manchester. No se agarra a las supersticiones, éste de Guardiola. Sin casi retoques en las individualidades, el colectivo es único. Genial. Ha cerrado la campaña con lo máximo, en el circo romano el triplete inesperable se ha hecho realidad. Sin milagros, con un canto sempiterno al buen fútbol, al derroche de toque, a la combinatoria que acabó, como antes con el Athletic y el Real Madrid, destrozando al rocoso Manchester.

 

  Y eso que el encuentro comenzó con color inglés. Entró a bocajarro el United en lo que parecía una final de nervios. Así que quién no entiende de protocolos, se los salta. Eto’o se deshizo de un soplido de la cintura de Vidic, colocó la puntera de la bota y a Van der Sar no le quedó más consuelo que ser el último en tocarla antes de que el Barcelona se adelantara en el marcador.

 

 

  Un gol en la final, provoca otra final. Cambiaron las tornas, los blaugranas con un tanto en el bolsillo bajaron las pulsaciones, encontraron el tono de la mano de Xavi e Iniesta y la posesión del balón ya nunca más cambió de bando. Tocó con medida, sin ambages, sin destellos, sin prisa, sin permitir al Manchester más ido que volviera al partido. Se fueron a vestuarios en busca del aliento para la segunda parte. Lo que se encontraron los de Ferguson al volver al césped del Olímpico ya no lo olvidarán. Colectivo a la enésima potencia, el Barcelona trenzó lo más delicado. Xavi estrelló una falta directa en el poste a modo de aviso, el aperitivo de lo que vino luego. Su centro desde la derecha ya no faltará en ninguna memoria culé. No fue una asistencia inmensa, lo fue el salto de la pulga Messi.  Su cabeza marcó los tres académicos tiempos para de soberbio testarazo en suspensión cerrar el partido. Para entonces la de Berlusconi ya había dado varias cabezadas. A lo mejor por eso lo celebró besando su nueva bota. 

 

   Ni por esas el Barcelona dejó de tener los pies en el suelo. Con la modestia de Iniesta y el pulso de Xavi por señera, siguió usándolos para tocar y tocar y tocar hasta que el árbitro italiano hizo de notario.  Ni Cristiano Ronaldo pudo toser al triunfo del Barça. Entre sonrisa y sonrisa a Guardiola se le escapaba una tos juguetona. La del que sabe de que va el cotarro. Como la que el Rey fingió para despertar a Berlusconi. Gargantas variadas para la Copa que más escucha, la orejerera.

 

 El Manchester derrotó al Bayern de Munich en 1999 volteando el marcador en el descuento para llevársela. Desde entonces nunca olvida Barcelona. Desde ahora tampoco olvidará al Barcelona. La memoria es, como Roma, eterna. Como el recuerdo que deja con su triplete el Barça de Guardiola.

 

 

OCASO EN TÉVEZ PARK

OCASO EN TÉVEZ PARK

 

   Mayo está siendo el mes más florido para el Barcelona. Tanto que puede dar el fruto máximo. La mano de Guardiola no ha tardado en confirmar lo que sus pies demostraron. Mismo Manchester un año después, otro mundo. El que el desaparecido Samuel Wolstenholme dejó hace setenta y seis años.

 

 

 

MANCHESTER UNITED, 1-BARCELONA, 0

 

 

 

Martes, 29 de abril del 2008. Old Trafford, Manchester

 

 

   No habla mucho, como su entrenador. Es de los que más horas pasa en Carrighton, como Ferguson. Lo que le diferencia del escocés, es que él si que está en todos los entrenos. Y en todos los partidos. Y marca cuando más decide un gol. En Munich nunca lo olvidarán. En Can Barça será el que cerró un ciclo. Paul Scholes acaba con Rijkaard. Ley de fútbol.

 

    Lo hubo sobre el césped. Se jugaba en Inglaterra. Así que para no disgustar al anfitrión había que manejar su vajilla. O sea, correr, empujar, bregar. No renunció a ello el Barcelona. Es lo que mejor hicieron. Lo completaron con una abrumadora posesión de balón. La movió Xavi, desbordó Deco, la acarició Iniesta. ¿Cuántas horas ha  pasado el equipo este año sobre el césped con estas coordenadas?  Dominio de balón, falta de pegada. Y lo malo es que la tiene Messi. Prodigio de chispa. ganó el particular duelo a Ronaldo, medio ido en las dos mangas de la eliminatoria. Pero no basta para llevarse la orfebrería.

 

   Y eso es lo peor. Que intentará llevársela un Manchester que se arruga. Que conserva el pedigrí y el banquillo, y van 22 años. Sin riesgos se ha plantado en Moscú. Y si no hay riesgo es porque hay físico. Ahí sí dio el callo el United. La paliza que se metieron Tévez y Park no la resiste ningún defensa. Los dos hombres de ataque se convirtieron en el primer cortafuego de los ingleses. Lo consiguieron. Provocaron que Puyol y Milito tocaran tantas bolas que Xavi, Deco e Iniesta acabaran el encuentro con tortícolis de tanto mirar atrás. Y cuando un medio está mirando a la defensa pierde la referencia de sus puntas. Muchas complicaciones para un equipo que sólo podía hacer una cosa, ganar.

 

  Fuera queda el Barcelona. Con dignidad, porque corrió. Pero no eran los 1500 metros. Con oficio, porque la tocó. Pero no eran los globe trotters. Sin gol, porque tiene la costumbre de no marcar. Los de Rijkaard ya tienen el epílogo firmado. Cuando un equipo grande no marca, está muerto. Ya pueden acabar el partido cinco delanteros. Clemente lanzaría su sonrisa irónica, sabe que esa escuadra está tocada de muerte. Ayer firmó el finiquito el Manchester. Fue un detalle que fuera un histórico. Lo crucial es que otro ciclo holandés llega a su fin.

 

    El fondo físico de Tévez y Park sacó al Barcelona de nombres, toque y años. Hay savia nueva llamando, el próximo año hablará sin problemas. Habrá nueva armadura para nuevos hombres. La roja del Manchester quiere que la última final que se dispute entre semana acabe en su calendario en fiesta, o sea en rojo. Puede que la peleen con los reds. Ayer pasaron con oficio; la épica la dejan para Moscú. Muy lejos le queda al Barcelona.

DROGBA VA VOLANDO A MOSCÚ

<Las imágenes que anteceden corresponden al encuentro Blackburn Rovers vs Aston Villa del 9 de abril de 1904. La línea del área no es demasiado recta. Cosas del pasado. Como para Samuel Wolstenholme, que llegó al Blackburn un mes después. La crónica que sigue es de otro partido inglés en abril. 104 años después.>

 

 

CHELSEA, 3-LIVERPOOL, 2

 Miércoles 30 de abril de 2008. Stamford Bridge, Londres.

 

    Hay noches en que hasta la lluvia quiere estar presente. Veladas eléctricas de fútbol directo. Derroche físico en pos de una plaza en la final de la Champions. Y a esas premisas no hay nadie que mejor se adapte que Drogba. Marcó dos goles y defendiendo aún decidió más. Su primer gol fue el perfecto ejemplo de lo que es seguir una jugada. Su olfato le permitió recoger el rechace de Reina para adelantar al Chelsea. Con el partido de cara dieron la espalda al balón. Lo manoseó el Liverpool pero estérilmente. Hasta que un arranque desde la banda derecha de Benayoun permitió a Torres igualar la eliminatoria.

 

   Se repetía el resultado de la ida en Anfield. La prórroga hablaría. Y vaya si lo hizo. En media hora más de derroche físico; el frenesí de los londinenses y el orgullo de los reds demostraron porqué el fútbol más preciado hoy en día está guardado en una isla. A lo mejor por eso pesan tanto en los de Benítez los dos errores de Riise y Hyypia. El noruego en la ida y el finlandés en la vuelta demostraron que Escandinavia está en camino, pero todavía es una península. Fallos puntuales que golpearon anímicamente a un equipo a prueba de sustos. A punto estuvieron de volver a obrar el milagro. Pero ese quedo ayer para Lampard.

 

   Pudo dedicar a su madre, recién fallecida, el penalti que enfilaba al Chelsea hacia la final. Lloró al transformarlo; y al abrazarlo el marfileño Drogba, supo que era una noche para siempre. No se acabó la pegada del Liverpool, pero cuando Benítez sentó en el banquillo a su estrella Torres, algo comenzó a griparse en el motor de los visitantes. Cerró su noche de explosión Drogba batiendo a Reina por tercera vez. El billete para viajar a Moscú ya estaba en manos de Abramovich. Tantos años esperando jugar la final más grande para acabar jugándola en casa, en su país. El destino hizo que tuviera que irse Mourinho para que acabara el gafe en el barrio de Chelsea.

 

  Nunca le perdió la cara el Liverpool a la eliminatoria. De hecho cuando más cerca estuvo de sentenciarlo llegaron los zarpazos de los londinenses. A pesar de los golpes, conducidos por Gerard, los de Benítez se levantaron con el zapatazo de Babel que Cech se olvidó de atajar en firme.

 

  Firmó su noche triunfal Stamford Bridge. La más épica, con un ramo de flores en la banda recordando a la madre de Lampard. Con miles de bufandas azules descolgando el teléfono rojo, antes del Liverpool, ahora ya del Manchester, para decir: "Volamos a Moscú". Drogba hará de guía, su presidente Abramovich de anfitrión. El israelí Grant desde el banquillo espera que Moscú siga siendo tan ortodoxa como siempre; o sea, como él.

 

 

 

 

 

 

 

DOMINGO DE RAMOS

DOMINGO DE RAMOS

   <La foto corresponde a Samuel Wolstenholme. El futbolista inglés jugó a principios del XX más de cien partidos con el Everton. Internacional con Inglaterra. Entrenaba en Alemania en 1914. Fue hecho preso en Berlín al inicio de la Gran Guerra. Tras pasar por varios equipos, fue entre 1924 y 1926 el primer entrenador profesional de la Gimnástica de Torrelavega. El Tottenham ganó la última Carling Cup con un español en el banquillo. El fútbol, a veces, es recíproco.>

 

 

TOTTENHAM, 2-CHELSEA, 1

  

Domingo 24 de febrero de 2008. Wembley, Londres

 

 

Seis finales en dieciocho meses con el Sevilla. Cuatro meses en el norte de Londres y alguno más comprendió lo que dice el manchego. Prefiero no jugar finales a perderlas. Las había ganado en miércoles, en sábados, hasta en viernes. Ahora para Juande Ramos el domingo también es festivo.

 

  Mal se le puso  la de esta Copa de la Liga, la del regreso a Wembley. Al cuarto de hora Drogba enchufó adentro un balón al que Robinson le había hecho hueco. La primera regla de un portero en  las faltas es guardar su palo natural. Sustituyendo a Cerny en la final, su error hizo temer lo peor a los Spurs.

 

  El Chelsea se relajó con el gol, se hizo con la posesión ante un Tottenham que creyó que una final dura una eternidad. Pareció acertar porque se retiró al descanso sin desgaste físico. Volvió con Zokora y Jenas concentrados y fue la espoleta necesaria para que Berbatov y Keane presentaran sus credenciales para llevarse la copa. El búlgaro definió con maestría el penalti de la igualada y a esperar la prórroga.

 

  Se diluyó de mala manera el Chelsea. Fueron despareciendo sus medios centros Mikel y Essien en un ejercicio cercano al suicidio. Así con Drogba de palomero sólo los balones largos de Lampard podían dar oxígeno a un Chelsea tan acostumbrado a ganar que ni imaginaba perder. Y ocurrió,  en la primera falta de la prórroga se decantó la balanza. Balón colgado al área, a la zona de nadie; llega desde atrás el central Woodgate y en semifallo cabecea un  balón que entró pidiendo permiso por no decir llorando.

 

   Así se le quedo la cara a más de uno del...Tottenham. No podían creer que su equipo hubiera remontado el gol regalado al inicio. Pero no todos conocían bien a Ramos. Su espíritu competitivo no se sacia nunca, encuentra en Poyet a su brazo comunicativo con los jugadores. Y así, poco a poco,  manejando los tiempos donde nadie lo consigue, administra la final sin ser todavía su dueño.

 

  Esa es la grandeza de los equipos del entrenador español. Da igual de que sea la copa, contra quién o con quién cuente para llevársela. Lo ha leído todo, sabe lo que influye en un partido de máxima tensión, la absorbe toda y deja que sus jugadores se atrevan con  lo que intuyen que está bien. Que se le pregunten si no a Zokora, que por dos veces tuvo la ocasión de sentenciar la final. Ni eso le hizo falta al Tottenham. La seguridad en el trabajo bien hecho le permite pensar en el siguiente balón desequilibrante.

 

  Esa es la diferencia de un grande. Da igual la altura desde la que caiga, siempre se levanta. Y cuando se levanta, no perdona nunca, porque los que huelen a campeón ni en domingo de cuaresma dejan de festejar.