AL BARÇA NO HAY QUIÉN LE TOSA

Garganta de Guardiola
BARCELONA, 2-MANCHESTER UNITED, 0 Miércoles 27 de mayo del 2009. Olímpico, Roma. Hace trece meses el Barça de Rijkaard cerraba ciclo claudicando ante el Manchester. No se agarra a las supersticiones, éste de Guardiola. Sin casi retoques en las individualidades, el colectivo es único. Genial. Ha cerrado la campaña con lo máximo, en el circo romano el triplete inesperable se ha hecho realidad. Sin milagros, con un canto sempiterno al buen fútbol, al derroche de toque, a la combinatoria que acabó, como antes con el Athletic y el Real Madrid, destrozando al rocoso Manchester. Y eso que el encuentro comenzó con color inglés. Entró a bocajarro el United en lo que parecía una final de nervios. Así que quién no entiende de protocolos, se los salta. Eto’o se deshizo de un soplido de la cintura de Vidic, colocó la puntera de la bota y a Van der Sar no le quedó más consuelo que ser el último en tocarla antes de que el Barcelona se adelantara en el marcador. Un gol en la final, provoca otra final. Cambiaron las tornas, los blaugranas con un tanto en el bolsillo bajaron las pulsaciones, encontraron el tono de la mano de Xavi e Iniesta y la posesión del balón ya nunca más cambió de bando. Tocó con medida, sin ambages, sin destellos, sin prisa, sin permitir al Manchester más ido que volviera al partido. Se fueron a vestuarios en busca del aliento para la segunda parte. Lo que se encontraron los de Ferguson al volver al césped del Olímpico ya no lo olvidarán. Colectivo a la enésima potencia, el Barcelona trenzó lo más delicado. Xavi estrelló una falta directa en el poste a modo de aviso, el aperitivo de lo que vino luego. Su centro desde la derecha ya no faltará en ninguna memoria culé. No fue una asistencia inmensa, lo fue el salto de la pulga Messi. Su cabeza marcó los tres académicos tiempos para de soberbio testarazo en suspensión cerrar el partido. Para entonces la de Berlusconi ya había dado varias cabezadas. A lo mejor por eso lo celebró besando su nueva bota. Ni por esas el Barcelona dejó de tener los pies en el suelo. Con la modestia de Iniesta y el pulso de Xavi por señera, siguió usándolos para tocar y tocar y tocar hasta que el árbitro italiano hizo de notario. Ni Cristiano Ronaldo pudo toser al triunfo del Barça. Entre sonrisa y sonrisa a Guardiola se le escapaba una tos juguetona. La del que sabe de que va el cotarro. Como la que el Rey fingió para despertar a Berlusconi. Gargantas variadas para la Copa que más escucha, la orejerera. El Manchester derrotó al Bayern de Munich en 1999 volteando el marcador en el descuento para llevársela. Desde entonces nunca olvida Barcelona. Desde ahora tampoco olvidará al Barcelona. La memoria es, como Roma, eterna. Como el recuerdo que deja con su triplete el Barça de Guardiola.
5 comentarios
RGP -
Un abrazo muy fuerte y a ver si el año que viene este Barça puede visitar el templo de la Pilarica...!
mirada -
mapi -
Lo vi a medias pero lo que vi es como lo describe mi piero del corazón. Molte GRACIES.
Edu -
bo -