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PIERO

RELAJACIÓN

RELAJACIÓN

 

 

Cómo no recordar aquella agua estable. Aquella falta de bravura, aquel pulso sin olfato por cambiar. La ensenada era como una paellera donde el aceite resbalaba y resbalaba hasta llenar el fondo de clavos abotargados. Esos malditos abotargados que habían olvidado su función, su hora. Se desperezaban por hacer algo cuando en realidad su ritmo cardíaco se había ido a tomar un helado. Uno de esos de tres bolas que parecen dieciséis, de innumerables colores, de insufribles sabores para un paladar que abre la boca ante el arco iris como si fuera la primera vez que lo viera. Y en esas el agua les recordaba que estaban de vacaciones, de vacaciones inventadas por otros pero a las que les gustaban pensar que habían elegido ellos. Así dormían placidamente, sin queja alguna, sintiéndose los más afortunados del planeta porque sólo con buscar a algún conocido con menos suerte, su sonrisa se desplegaba como el segundo sabor del helado cuando se coge un capazo imprevisto. Y a pesar de todo, daba igual con quién hablar, siempre estaba el agua que daba argumentos para subrayar lo bien que estaban. Lo que esas bolas de helado contaban era la sumisión del mundo a sus antojos, la gobernación del agua que los rodeaba. La calmada sensación humana de que a veces el mar se pone a su voluntad. Lo que más les relajaba era pensar que dominaban el mundo, y el mar, siendo su hijo, no iba a saltarse a la generación que había generado aquello.

piero © todos los derechos reservados

 

4 comentarios

mapi -

cuando nos relajamos, tenemos tiempo para soñar y fantasear que podemos dominar el mundo y el nuestro propio se esta desbordando sin enterarnos.

Edu -

Sí, la suerte del impávido perfectamente resuelta en la pringosa indolencia del hábil devorador de un helado de tres picos.

bo -

Me encantan los helados y, Piero, has dado en el clavo: ¡qué cosa tan desagradable es coger un capazo cuando estás comiendo un helado! No hay placer para saborearlo, se derrite, cae, haces gestos que no debieras delante de quien, probablemente, no quisieras. ¡Uff! qué estrés, con lo bueno que es comer un helado por la calle en solitario, en silencio o en confianza.

mirada -

Es un texto muy sustancioso.

¿Es inmoral buscar un completo abandono del cuerpo y de la mente?
Abotargarse perdiendo la función de ser...

Siempre he preferido la meditación, pero es muy difícil de conseguir.

La fotografía es hermosa, más los pilares y las líneas bloquean. Tu texto provoca, me gusta.

Gracias, Piero.