ANDANZAS DE RIBERA/5
Imagen virtual y en miniatura del club Naútico.
DEL PUENTE DE PIEDRA AL DE SANTIAGO
La piedra ha creado una bóveda tan calmada que dejarla atrás cuesta. A lo mejor porque se le añade el recuerdo que el paseante puede tener después de haber visitado los puentes de París. Ascendiendo la margen derecha llegará a un embarcadero moderno. Metal, madera del XXI y a sus espaldas el ventanal del club que presume de mejores vistas sobre el río. Como todo coqueto gusta de relucir en sus vidrios, en sus barandillas, en su decoración. A tanto llega la ilusión que el paseante creerá que un yate pasa por debajo del Pilar. Ante la posibilidad de delirar, mejor que vuelva la cabeza al río. Y encamine la mirada a su derecha. Perdón por la repetición, pero el cambio de punto de vista cala. Ahora verá la piedra a altura más asequible para sus ojos. Observará la anchura que escondía, y hasta puede que le haga pensar en uno de esos puentes castellanos que siempre guían en sus llanuras.
Y una vez dominada la anchura del río, tendrá que volver a subir. Le acompañará a la izquierda el Pilar, a la derecha queda el mayor desnivel que alcanza el río en la ciudad. Como si no pudiera acabar de entenderse con ella. No fue hasta mediada la segunda mitad del XX que el puente de Santiago salvó el desnivel. Cuando el paseante se acerca a él, percibe como algo moderno se va haciendo clásico. Cuando el peatón acaba de tragarse sus maravillosos tubos de escape que lo surcan puede bajar a sus entrañas. Allí le espera un suelo limpio y claro, un espacio diáfano rodeado de sólido cemento. Por suerte el paseante no pierde la memoria y recuerda que no lleva coche, porque sino le parecerá encontrarse en un garaje. De esos en los que todo parece perfecto y los vehículos gozan con sus halógenos y se regodean imaginando que duermen en un hotel.
Lo es para los desclasados que duermen en la margen izquierda. En silencio para no molestar a la orilla que reza. Hasta que desde ahí, a la hora en punto, les llega gracias a la perfecta megafonía el :"Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza". El durmiente infeliz puede que recuerde sus años castrenses, seguro que serian legión los que desearían que el reloj no marcara con tanta alegría sus puntualidades. Porque una de las cosas inolvidables del montañero es la del dormir al raso, sin hora.
Y el andarín por fin encuentra unos pasos más allá la información que necesita. La rotulación le indica que le quedan 576 kilómetros hasta Fontibre. Que al nacimiento del Ebro le lleva la GR99. Que los 980 kilómetros de cuenca con más cauce de la península se encuentran en un punto peculiar. Es aquí donde la GR camina por las dos vertientes del río. Decide abrazarlo en un intento de casar el lujo de la margen derecha con la parquedad de la izquierda mientras la megafonía de la basílica da fe del encuentro a pesar de que el agua no es el mejor propagador del sonido.
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4 comentarios
mirada -
Un beso, sonrío de satisfación. Graciñas.
Jarrita -
mapi -
hay hecho reformas en el puente de piedra señores van a dejar un paseo precioso en lateral cubierto de piedras enormes parecidas al puente
si paseo por ese margen el que antes hacia el festival de ebro, llegaras al helios un paseo tranquilo donde los mayores se paran a pescar
a la otra orilla el nautico, si sigues paseando, no notaras el sol, porque las copas de los arboles lo tapan.
un paseo muy agradable ademas es el unico momento donde puedes agacharte y tocar el agua del ebro y ver que no es tan marron no sabe mal, malas lenguas, rumores.....
mapi -
Sigues paseando vas hacia helios (donde voy), ese paseo bordeando helios es precioso acobijarte debajo de los arboles
pero en el otro margen, desde el nautico, hay camino lleno de sobras por la vegetacion y solo oyes los pajaros darte la bienvenida.