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PIERO

CABEZAS EN HUELGA

CABEZAS EN HUELGA

 

 

 

             A un señor le cortaron la cabeza, pero como después estalló una huelga y no pudieron enterrarlo, este señor tuvo que seguir viviendo sin cabeza y arreglárselas bien o mal. Ya se había hecho a la idea de que el descanso en la sepultura iba a ser eterno, o al menos más largo que una huelga. Pero recordó que llegaran cuando llegaran las cuchillas, tenía que entregar el pedido final el viernes.  Al mirarse las uñas llenas del serrín de la guillotina imaginó que las huelgas como las revoluciones siempre terminaban, así que se fue a ver mundo en espera de que volviera el orden. Su pie izquierdo al recoger el impulso de su pierna echó a volar, le siguió sin esfuerzo el derecho que aunque morado por el pisotón que le dio el verdugo sin querer, igual le dolía. Pensó que cuando cogiera altura no podría ver la televisión, pero como la radio también va por el aire oiría en las noticias el final de la huelga. Así que sin rumbo ni prisa se fue por dónde le llevó el viento, que aquella mañana ni sabía que era martes ni a que hora tenía que dejarle junto a la tumba. La sangre del cuello enseguida se coaguló, se le formó una capa fina de pus con la que sus movimientos se adaptaron con facilidad al  viento. En el aire sin huelga, todo funcionaba en orden, los pájaros iban en formación, las nubes se agrupaban, las borrascas iban majestuosas como los transatlánticos por el mar cuando no hay huelga. Moviendo el brazo izquierdo hacia abajo se ladeaba con rapidez hacia la derecha, pensaba que al no poder cabecear caería a tierra, pero el viento que no entendía de huelgas siempre acababa bien su trabajo. Movió la rodilla derecha y su cintura giró cientochenta grados con la suavidad con la que  el cuchillo afilado corta la mantequilla. Se divertía tanto con su movilidad que ya no pensó más en la huelga, ni en que le habían cortado la cabeza, ni siquiera en que era martes. Solo tenía que volver el viernes para entregar el nuevo pedido de cuchillas que le habían encargado para el último grito en guillotinas. Hubiera huelga o no  era hombre de palabra, por lo demás se podían quedar con todas las cabezas que quisieran.

 

6 comentarios

paloma -

y qué bien se va sin cabeza a veces :))... Y sobre todo por el cielo. En el cielo el ritmo es siempre diferente... Las nubes, los pájaros, los colores... llevan otro ritmo, está muy bien, tendríamos que volar más, sí, y sin cabezas...
Besitos

mapi -

es malo tener huelgas......o no

Edu -

Un tajo certero muda en menucel volador al más pintao. De impávidas testas desmochadas, huelga decirlo, está el infinito lleno.

mirada -

La ironía que utilizas me recuerda mucho a otro gran escritor con el que disfruto mucho, Wenceslao Fernández Flórez, ese fino humor característico gallego...

Eres genial, un diamante que se va puliendo...
Tienes mucho por dar, me encanta, me encanta...

Marcos Ortega -

Uf, he visto el título y he dicho, me viene de perlas con la huelga que tienen montadas mis neuronas hoy... jejeje
quizás debería echar a volar también...

Zorro -

El mago de los decorados oníricos. Muy crack eres tú.