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PIERO

TONO EN EL AIRE

TONO EN EL AIRE

La foto es de Pablo Embry.

 

 

  

 

   No me llegaban las piernas al suelo. No era lo principal. Ni siquiera me importaba. La butaca de terciopelo rojo me acogió con el cariño que da una abuela que ya sólo recuerda lo que es acariciar.

 

   O las lámparas colgantes, tan propias de su época. Como la que al entrar en el teatro me deslumbró. Su color noble camufló los miles de ramas que tenía aquel árbol dorado suspendido de su tierra, mi techo.

 

   Me dijeron que vería figurantes, escucharía música; pero no oiría diálogos de esos que apasionan a los adultos. Cuando dos larguiluchos se ponían a hablar a todo trapo, no encontraba manera de coger su frecuencia. Así que saber que no me hablarían desde un escenario lejano, me animó a acudir al teatro.

 

   Es danza. Me dijeron. Me gustó la sonoridad de la palabra. No sabía de qué iba, pero a mi curiosidad ya la habían despertado con ese soniquete. No se volvió a dormir nunca más después de ver a un bailarín saltar con ayuda de sus compañeros, por encima de sus cabezas. Aquel figurín desafío toda regla y quedó suspendido, antes de que yo supiera quién era Newton. Para mí, no bajó; se quedó en el aire mágico de la música. Volvió a la tierra, pero no a mi mente. Se quedó en mi interior pululando entre mis neuronas lozanas.

 

   Menos mal que los adultos son sinceros a veces y admiten que un entreacto es necesario. Poco a poco fui asimilando lo visto y comprendí que si siguiera en el aire el bailarín, estarían llenos los escenarios de piernas flotantes. Con la sensación de que me estaba volviendo mayor y serio (elijan el orden, las dos son graves), regresé a mi butaca abuela tan apolillada como necesaria. Cuando me senté, me hice un propósito. Contaré los segundos que está sin pisar tierra el figurín saltimbanqui.

 

   Me tocó esperar el cuarto de hora del que siempre hablan los adultos, tres días para nuestro cálculo infantil. Me pareció que el bailarín quedó suspendido por más de treinta segundos en el aire. Le pregunté a mi madre cuánto estuvo colgado de nuestra sorpresa. Me respondió con tono neutro, seis segundos. No reconocí la entonación de aquella adulta. Mi madre ya no me hablaba como a un niño. Aquellos seis segundos ya no me abandonan nunca. Como los seis brazos de la lámpara del hall del Principal, sólo seis.

 

5 comentarios

MAPI -

El Teatro Principal solo he visto Opera y alguna buena obra y Sara Baras en Sensaciones
Veo que tienes un amigo que habla en ruso, aunque no se los signos no son rusos, pero en el teclado tradicional no veo los signos rusos o si jaaja te lo digo porque estoy en ello, ya te contare un dia el ruso y yo
un beso

Edu -

Indudablemente, la cabriola más hermosa que he tenido el privilegio de sentir.

mirada -

Es un placer leerte, es que así es, un placer. Gracias Piero.

Tocayo -

De momento no me ha dado tiempo a leerlo detenidamente, pero la verdad es que tiene muy buena pinta este blog. Será un auténtico placer leerte.
(¡veo que hasta en Rusia tienes admiradores!)

Piotr -

Êàêîé êðàñèâûé è èíòåðåñíûé áëîã!
Õî÷ó âûðàçèòü îãðîìíóþ áëàãîäàðíîñòü çà ýòó âåëèêîëåïíóþ ðàáîòó.
Ïîçäðàâëÿþ òåáÿ, äîðîãîé Piero!
Greetings from Russia!
(sorry, I don’t speak Spanish, and my English is not good enough)