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PIERO

CAFÉ

CAFÉ

   

     El péndulo dorado encuadrado en la madera crujiente veía al asa del cajón del limpiabotas ciático como se retorcía. Las patillas deshilachadas bajo la gorra trasnochada se acercaban al platillo oxidado del cliente rácano.

 

  Un caniche errático huyendo de su dueña, porque habían partido peras, buscaba compasión en el señor de gabán que ha perdido jugando al mus los cuatro duros que le quedaban para su funeral. La papelera metálica recubierta de plástico negro se colma de las servilletas que caen sobre ella impúdicas. La pajarita sutil sobre cuello rígido danza entre las mesas al compás de un Rachmaninoff instruido. Las teclas del piano se alejan con su cadencia del cenicero escaqueado harto de los malos humos. Mientras el azucarillo incontinente sobre el mármol caduco se pierde ante la ensaladilla enyesada en espera de sus exequias.

 

  La cafetera se va durmiendo con la niebla que da el tabaco picado de extraperlo, que llega tras la trifulca en el puerto entre maleantes y traficantes. En la reyerta poco quedó de bueno pero al final del pulso incierto y esquivo de la contienda saltó un rumor que se extendió por el café con más eco que fundamento.

 

   ¡Viva Rachmaninoff!, que nos espere muchos años en su caja de madera que aquí nos conservamos con alcohol al margen de las guerras. La proclama lanzó las miradas al bies en todas direcciones, se salvaron los melancólicos de una muerte segura porque los triunfadores fueron benévolos como el padre el día de la primera comunión del niño que nunca se portó como debiera. La sonrisa del infante quedó acentuada con el chocolate a la taza que en la barra del café, el camarero caduco había recalentado.

 

   Un San Bernardo traicionado y traicionero cruzó la acera en busca de cobijo y ante el espanto causado en el local, rehuyó de su intención inicial y se fue cumpliendo una vez más la voluntad humana.

 

piero © todos los derechos reservados

 

  

7 comentarios

Begoña Iranzo -

Sí, recuerdo esa nieblilla desde la cafetera, allí donde el olor intenso de los sentidos te hacian apreciar cada una de las pulsaciones de la sala...casi lo añoro.

Como me gusta leerte cuando estoy lejos de casa.
Besos y un abrazo.

Edu -

A veces, los escritos se parecen mucho a un cuadro. Imagino el gesto atento del lector invisible, entre curioso y fascinado, examinando miniaturas con la lupa regalada por el escritor experto. Hay música, perfume voces, detalles de la vida suspendida, detenida, inacabada. Niebla nacida del vapor irreprochable de una taza de café. De un excelente café.

mapi -

Estaba delante de la pantalla de miordenador, proseguia una lectura llamada cafe de un famoso y querido Piero.
Veo las escenas como una camarografo.
Tu ritmo transmite a la camara imagenes claras

besos.

mirada -

¡Joder! (perdón)...
Me encanta la cadencia de tu escritura, Pedro. Bravo.
Y las descripciones, que estampa tan cercana, me gusta la imagen creada, quiero más textos, por favor... en compensación acerco a Rachmaninoff

http://www.goear.com/listen/7053f78/Sonata-for-Cel-rachmaninoff

(que acompaña, no sustituye)

Muchas gracias.
Un abrazo enorme

bo -

Es lo que tiene el café. Cabe de todo, incluso un San Bernardo.

Marcos Ortega -

te agradezco la intención pero me hace falta uno bien fuerte para despertarme del todo, seguiremos intentándolo jejeje

white -

Gracias por este café de buena mañana, lo estoy saboreando en la mesa del fondo, la que está debajo del último espejo, del Comercial. ¿Te apetece otro? Enseguida llamo al camarero.