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PIERO

SI LAS REDES HABLASEN

SI LAS REDES HABLASEN

Ribera del Manzanares con el Palacio Real al fondo, Madrid.

 

 

ZARAGOZA, 0-ATLÉTICO DE MADRID, 1

 

La Romareda, Zaragoza. 19 de febrero del 2011.

 

 

 

  Cuando había más gente que al fútbol lo llamaba balompié, también la había que al voleibol le llamaba balón volea. No es baladí la precisión, porque si se supone que al balompié se juega con el pie, visto lo visto en La Romareda antes de que diera la medianoche, el balón volea se practica mucho.

 

  Porque el esférico pasó por encima del centro del campo, voló de lado a lado, sin orden ni concierto, ni aire, ni viento, con lo que las voleas salían como churros, y también con su forma. Y luego llega la ironía que dice que en balón volea, cada equipo ha de pasar el balón al otro lado de la red en un máximo de tres pases. Algún optimista pensará que hubo juego. Si por juego se entiende no dar tres pases seguidos, pues algo de eso hubo, pero si se comprueba que nadie en ningún equipo propuso combinar más allá del tente tieso, la noche acabó triste, fría y húmeda como decían las previsiones climatológicas y corroboraron las redes de las porterías.

 

  El Atlético pareció querer llevar el partido, el Zaragoza se adueñó del dejar hacer, y el buen oficio de Leo Franco le salvó de irse al descanso perdiendo con merecimiento. En el descanso se quedó en el césped calentando Bertolo, y nada más empezar la segunda parte, su entrada en el campo y la penetración por la banda izquierda dieron los diez minutos más entonados de un Zaragoza inapetente de casi todo. De casi todo, porque a última hora, y con la inclusión año y medio después del nigeriano Uche, llegaron dos balones al travesaño de De Gea, dos pepinos inesperados que sacudieron las redes sin llegar a hacer sangre.

 

   Y sin sangre, ni combinatoria, ni presión, alguno se preguntará qué quedo. En el Zaragoza un boquete en el eje del equipo, una anemia en la zona central que no aprovecharon los colchoneros por inapetencia en el juego colectivo. Cada uno prefirió hacer la suya y Forlán y el Kun pasar de largo hasta que vencida la hora de juego, una contra enchufó al uruguayo que recuperando el criterio hizo de exquisito colocador, ya saben, el jugador de balón volea que coloca la pelota para que remache otro compañero. Lo hizo Agüero, que recibiendo el esférico desde su izquierda, mandó la bola al palo cruzado, donde su compatriota pero hoy rival Leo Franco vio pasar al balón hacia su derecha hasta llegar a la red. Gol, Agüero dedicando el gol al segundo aniversario de su descendiente y más y más balones aéreos para él. El más bajito del campo, y desde la línea defensiva rojiblanca,  no cesaron de llegar balones de partido de voleibol. Ese deporte que jugado de noche, con frío y al aire libre tiene poco de deporte con cabeza firme y mucho de cabeza volada.

 

  Como los aires que respiran los dos banquillos, malos remedios pusieron tanto Aguirre como Flores, su atonía contagió a todos, tanto que el mejor del partido iba de amarillo, tenía que haber puesto paz, pero en ausencia de guerra, tuvo un arbitraje calmado y con poco trabajo, casi, casi, como uno de voleibol, que desde la red dirige sin sudar las mangas del partido. Manga ancha la que tienen las directivas del Zaragoza y el Atlético porque a los dos parecía que el empeño lo habían dejado a subasta y a cambio les habían dado un partido para el aire, mientras el público se fue sin saber que había visto. Descansen las redes en paz.

 

2 comentarios

mirada -

el balón volea me encanta ;-)
eso si en su campo de juego.

MAPI -

Es interesante, preparado para ver un partido de balonpié y te encuentras con balon volea.

Como zaragocista ya no digo nada.Me cachis este equipo....

Besos